Injerto de encía: ¿cómo se hace y qué complicaciones tiene?
La recesión de las encías no solo afecta a la estética de tu sonrisa, sino que también puede repercutir de manera negativa en la estabilidad de las piezas dentales o en las posibles molestias que se pueden derivar de mostrar una mayor cantidad de superficie dental.En caso de que un paciente acuse esta retracción, el tratamiento más adecuado es un injerto de encía. En el presente artículo, te contaremos en qué consiste este procedimiento, qué cuidados debes tener en cuenta tras haberte sometido al mismo y qué beneficios tiene para con tu boca. ¿Por qué se retraen las encías? Las encías juegan un papel fundamental para la salud y funcionalidad de nuestra boca: sirven de soporte para las piezas dentales y, además, protegen la raíz del diente de la acción de agentes patógenos y de estímulos externos. Sin embargo, su estabilidad se puede ver comprometida por una serie de causas, tales como: La enfermedad periodontal -gingivitis o periodontitis-, que ataca a los tejidos de soporte de la boca. Un cepillado demasiado agresivo Malos hábitos como, por ejemplo, el tabaquismo Además, se deben tener en cuenta otros factores como, por ejemplo, los procesos hormonales –la salud de las encías es más sensible durante el embarazo– o una edad más avanzada. La recesión de encías supone una pérdida de tejido alrededor de la pieza dental, dejando al descubierto de manera gradual una mayor cantidad de superficie dental. En los casos más avanzados, esta retracción puede tener su alcance en el hueso sobre el que se soportan las piezas, provocando movilidad dentaria y afectando a la estabilidad de las mismas. Debido precisamente a lo gradual de este proceso, el paciente no es consciente hasta que esta recesión se encuentra en un estado más avanzado. Es decir, cuando ésta supone ciertas molestias como, por ejemplo, una mayor sensibilidad dental o compromete la estética de la sonrisa -se muestra una mayor cantidad de superficie del diente-. CASO DE INJERTO DE ENCÍA Ante esta situación de recesión gingival, estará indicada la realización de un injerto de encía. ¿Qué es un injerto de encía? Es una microcirugía cuyo objetivo es recuperar la encía dañada y evitar los posibles problemas futuros que podrían derivarse de esta retracción. ¿Cómo se hace un injerto de encía? Tal y como indica la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA), el injerto de encía es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva. Consiste en la toma de tejido blando -generalmente del paladar del propio paciente- que, posteriormente, el cirujano colocará en la zona en la que el diente o implante se ha quedado sin protección. En función del grado de severidad de la recesión y del estado de las encías del paciente, podemos distinguir tres tipos diferentes de injerto. Tipos de injerto de encías Será el cirujano quien, tras evaluar el estado de las encías, determine la necesidad de abordar el procedimiento de una forma u otra. El injerto gingival pediculado consiste en la extracción del tejido de la zona de la encía próxima a la pieza dental que ha quedado desprotegida. Esta muestra de tejido, conocida como pedículo, se corta de manera parcial y se cose en el área colindante a la pieza afectada. Sin embargo, en algunas ocasiones no existe suficiente masa en las encías para realizar este tipo de intervención. Es entonces cuando el cirujano recurre al tejido presente en el paladar. Dentro de las técnicas que recurren a la extracción de la masa presente en dicha zona, podemos distinguir dos tipos de injerto: Por un lado, el injerto de tejido conectivo consiste en la separación y la selección del tejido subepitelial para proteger la zona dañada. Por el contrario, el resto de la muestra tomada volverá a implantarse en su lugar de origen. Por otro lado, el injerto gingival libre toma parte del tejido palatino para colocarlo, de forma íntegra, en la zona a reparar. Este procedimiento es común en aquellos casos en los que el paciente precise aumentar el grosor y, por lo tanto, la consistencia de las encías. Por último, en aquellas ocasiones en las que la masa no pueda tomarse de ninguna de las dos zonas citadas anteriormente, el especialista podrá recurrir a un banco de tejidos. PROCESO DE INJERTO DE ENCÍA ¿Es dolorosa la realización de un injerto de encía? El injerto de encía es una técnica mínimamente invasiva que se realiza bajo anestesia local, de manera que su efecto mitigue cualquier molestia que el paciente pudiera sufrir durante el tratamiento. Por lo tanto, podemos afirmar que el injerto de encía, como tal, no duele. Pero, además, para aquellos pacientes que aquejen odontofobia -miedo al dentista-, en SanCal ponemos a su disposición la elección del sistema de sedación consciente. Gracias a la misma, el paciente permanecerá en un estado de consciencia parcial durante todo el tratamiento, evitando cualquier posible sensación de ansiedad que pudiera sufrir durante la intervención. No obstante, a lo largo del proceso de cicatrización es posible que el paciente sienta unas ligeras molestias o acuse la aparición de pequeños traumatismos, cuya incidencia se verá reducida siempre que respete las pautas del especialista. Consejos que debes seguir durante el postoperatorio del injerto de encía Si te has sometido a un injerto de encía recientemente, o vas a hacerlo en un futuro próximo, esto te interesa. Nuestro equipo de cirujanos afirma que existe una serie de recomendaciones que, siguiéndolas los días posteriores a la intervención, tienen una repercusión muy favorable a la hora de mitigar las molestias y evitar posibles complicaciones. Alguna de ellas son las siguientes: Recurre a la ingesta de antiinflamatorios pautada por el especialista que ha abordado tu caso para aliviar las molestias postoperatorias. Generalmente, esta toma está aconsejada durante los 3 o 4 días posteriores a la intervención. Aplica hielo en la zona durante las 4 o 5 horas siguientes a la cirugía para reducir la inflamación de la zona y evitar la aparición de posibles traumatismos. Evita la práctica de deportes o actividades que supongan cualquier tipo de esfuerzo físico durante la semana siguiente a la operación, de manera que no puedas sufrir un golpe en la zona. Incluye en tu dieta alimentos blandos y, generalmente, templados o fríos. No consumas aquellos que puedan suponer