Salvar el diente natural es siempre la prioridad. La endodoncia es, en muchos casos, uno de los mejores tratamientos para lograrlo antes de que el daño resulte irreversible.
Pese a que hablamos de una de las ciencias con más “solera” en la odontología moderna, la endodoncia o técnica de tratamiento de canales radiculares tiene aún hoy una importancia fundamental ya que las innovaciones no han hecho sino aumentar el valor que ya tenía para el tratamiento de muchas dolencias.
¿En qué consiste exactamente?
Una endodoncia está indicada cuando el tejido de la pulpa (es decir, el propio “núcleo” del diente, compuesto por células, vasos sanguíneos y nervios) está dañado o infectado. Se trata de sanear el tejido dañado, desinfectar y sellarlo todo desde la punta de la raíz del diente (los llamados conductos radiculares) hasta su cabeza a fin de evitar que las bacterias vuelvan a la zona.

El endodoncista practica este tratamiento bien desde el mismo boquete que ya ha abierto la caries (si ese es el motivo) o bien practicando un nuevo agujero en la corona. Cuando ha acabado, se rellena el diente con productos específicos y puede rematarse incluso con la colocación de una corona.
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