Los implantes dentales suponen una solución estable y de larga duración, siempre y cuando se utilicen los materiales adecuados, por un profesional suficientemente preparado. En tu caso recuerda mantener una correcta higiene y cuidado de los mismos y acude a las revisiones que el profesional implantándolo te marque en tu calendario de citas.
¿Cuánto duran los implantes?
Los se fabrican con materiales excepcionalmente fuertes como el titanio, y están diseñados para soportar las fuerzas masticatorias con un amplio margen de seguridad. No obstante, y aunque es extremadamente raro puede ocurrir que algún implante se rompa o fracture, pero aparte de este accidente mecánico ocasional, los problemas sufridos por los implantes son más achacables a los tejidos que los rodean, que al implante en si mismo.
Existen tres casos que pueden conducir a la pérdida de tejido en la zona que rodea el implante: las condiciones locales, las condiciones sistémicas, la sobrecarga de implante. Echemos una mirada detallada a cada una de ellas.
Condiciones locales
Las bacterias se acumulan alrededor de un implante tal como lo harían alrededor de un diente natural. Si no se lleva a cabo una correcta higiene, las encías se inflamarán y, finalmente, se provocará una degradación del hueso que da soporte al diente. Este proceso tiene un nombre, es la patología periodontal.
Este mismo proceso puede ocurrir también alrededor de un implante, si la placa bacteriana se acumula sin ser eliminada mediante una higiene bucal adecuada.
Un implante es muy sencillo de limpiar al igual que un diente natural, pero existen condicionantes tales como la osteoporosis, diabetes no controlada, el uso frecuente de alcohol o tabaco, uso de drogas o cualquier enfermedad debilitante, que menguan la capacidad regenerativa del cuerpo, y en presencia de las cuales la tasa de duración de un implante dental se reduce.
Enfermedades sistémicas
Cualquier enfermedad que afecta a la reparación de los huesos u otros tejidos es capaz de provocar el desgaste y el agotamiento del téjido óseo que sostiene al implante.
Sobrecarga de la zona del implante
Cada vez que una estructura está se sobrecarga, algunas de sus partes pueden ceder.
Los dientes participan en actividades tales como comer, tragar y hablar bajo diversos grados de fuerza: estas fuerzas son generalmente de naturaleza fisiológica, y en ausencia de anomalías que estimulan la formación de masa ósea.
Durante los períodos de actividad muscular extrema, por ejemplo, en casos de levantamiento de pesas, la mayoría de la gente aprieta los dientes con una gran fuerza superando por mucho la fuerza total aplicada sobre un diente mientras se come.
A pesar de ser bastante intenso, estas fuerzas se ejercen sólo por períodos cortos de tiempo, por lo tanto, la probabilidad de que cause daño es muy escasa: estas fuerzas pueden superar las cargas fisiológicas en tamaño, pero en general no en la duración.
Incluso el estrés emocional puede provocar daños no sólo a los tejidos de soporte del diente, pero también en los que apoyan el implante. Este es el caso del bruxismo, donde los pacientes aprietan involuntariamente los dientes unos contra otros durante el sueño ¡Acude al dentista rápidamente si este es tu caso!.
El estrés emocional también puede alterar la química del cuerpo provocando con ello una condición sistémica que debilite los tejidos de apoyo haciéndolos más propensos a quebrarse.
Todo este tipo de sobrecargas pueden provocar microfacturas en la unión entre el hueso y el implante y producir con el tiempo una reabsorción y desaparición de tejido óseo.
Otro de los problemas habituales se produce con el chicle, cuyo uso puede transformar una carga fisiológica simplemente aumentando la cantidad de tiempo durante el cual se ejercen las fuerzas, pasando de la media de 40 minutos por comida a 12-14 horas al día.
Para resumir, esto significa que si la persona mantiene unas buenas condiciones de higiene en un cuerpo sano sin mucho estres, un implante puede durar sin problemas durante muchos, muchos años. Obviamente no todo el mundo cumple con todas estas condiciones siempre, no obstante, de acuerdo con la literatura especializada los datos en retrospectiva del éxito total del implante es del 95% en 5 años, esto significa que el 95% de todos los implantes insertados han durado un período de al menos 5 años sin ningún problema, y que sólo el 5% de los implantes ha tenido que ser removido antes del límite de 5 años.
Un dentista profesionalmente preparado con una gran experiencia y casos tratados, puede garantizar una duración de al menos 15 años, aunque según algunos autores se pueden alcanzar los 20 años.
Atención: es imposible saber de antemano la duración de un implante, las cifras indicadas se refieren a la literatura científica actual, que en ningún caso representa una garantía.
Cualquier otra duda sobre implantes dentales puedes resolverla solicitando una consulta con la Dra. Sánchez, experta en periodoncia e implantes dentales. Para ello, puedes solicitar tu consulta online o en el 91 5996439.
Acudir a las revisión para aumentar la durabilidad del implante
Muchos profesionales tienen asumido que para garantizar el éxito a largo plazo de un implante dental es necesario una buena colocación de los mismos y una buena higiene por parte del paciente, sin embargo no todos los pacientes tienen asumido que es fundamental el realizar un control periódico, para poder evaluar posibles problemas que interfieran en la buena “salud” del implante.
La principal razón de estas revisiones es controlar la buena condición de los tejidos que rodean al implante, tanto la encía como el hueso, así como controlar que la fuerza soportada por el implante es la correcta.
La frecuencia con la que es necesario acudir a revisión es de unos 3-6 meses, aunque dependiendo del caso concreto de cada paciente el dentista dictara un calendario u otro.
Control de la placa bacteriana
Es muy importante para garantizar el éxito y la duración de un implante dental el concienciar al paciente de que la higiene bucal es de vital importancia. Realizándose limpiezas dentales para eliminar la placa con frecuencia, e instruyéndole en el correcto uso del cepillo de dientes, los cepillos interproximales, la seda bucal o los irrigadores.