Sin embargo, también es verdad que hay determinadas enfermedades que tienen una gran prevalencia entre la población y tienen más posibilidades que otras de aparecer en algún momento de nuestra vida.
Este es el caso de la caries: no solamente es el problema bucodental más común, sino que además es la segunda enfermedad más habitual en España, por detrás del resfriado.
¿Cuáles son las enfermedades bucodentales más comunes?
1. Caries
Como acabamos de mencionar, de todas las enfermedades que comprometen nuestra salud en general, la caries es la segunda más común. Se estima que afecta al 90% de la población mundial, por lo que es probable que la padezcas o hayas padecido.
En la mayoría de ocasiones, la caries aparece en niños y adultos jóvenes, aunque puede desarrollarse a cualquier edad.
El origen de la caries está en la destrucción de tejidos del diente, que tiene lugar como consecuencia de diferentes factores.
Estos desencadenantes están relacionados fundamentalmente con los hábitos de higiene y nutrición: acumulación de placa bacteriana, consumo de azúcares y ácidos presentes en muchos alimentos y bebidas, higiene bucodental deficiente…
Además, hay algunas personas que tienen mayor predisposición genética a padecer caries. Sin embargo, éste es un factor que influye en menor medida.
De la misma manera que la enfermedad aparece de manera muy frecuente, el tratamiento para combatirla es sencillo: el empaste u obturación.
Este procedimiento consiste en limpiar la cavidad del diente en el que se encuentra la caries para posteriormente rellenarla con composite.
Dicho esto, es muy importante tratar la caries cuando muestra sus primeros síntomas: dolor o molestias en los dientes, especialmente al ingerir alimentos y bebidas dulces así como muy calientes o frías.
Si la caries se deja avanzar, dañará más el diente y requerirá una endodoncia, que es un tratamiento más complejo que el empaste u obturación.
Y, si no se trata, a la larga provoca la pérdida de dientes. No hay que olvidar que la caries es la primera causa de pérdida prematura de dientes en personas jóvenes.
2. Gingivitis
Al igual que en el caso de la caries, la higiene juega un papel fundamental en la aparición de la gingivitis.
La gingivitis se caracteriza por la inflamación y el sangrado de las encías provocados por las bacterias que se desarrollan debido a la acumulación de placa bacteriana.
Los síntomas que provoca esta enfermedad son, por tanto, muy claros. El sangrado que aparece durante el cepillado es la primera señal de alarma.
Si te sucede, visita a tu dentista lo antes posible, ya que si la gingivitis es tratada a tiempo, es muy fácil de combatir.
Su tratamiento consiste fundamentalmente en una limpieza bucodental profesional y en extremar las técnicas de higiene en casa.
Sin embargo, si no se trata a tiempo, a la larga comienza a afectar al hueso y deriva en una periodontitis. Tal y como explicaremos en el punto siguiente, esta enfermedad bucodental es mucho más compleja.
Como muestra de la prevalencia de la gingivitis entre la población, se estima que en España solamente el 14.8% de los adultos de entre 35 y 44 años tiene las encías sanas.
Por su parte, el 59,8% tendría gingivitis y el 25,4% periodontitis.
En individuos mayores de 65 años, el porcentaje de encías sanas es aún menor: 10,3%. El resto tiene una enfermedad periodontal: 51,6% tendría gingivitis y el 38% tendría periodontitis.
3. Periodontitis
Tanto a la gingivitis como a la periodontitis se les conoce con el nombre de enfermedades periodontales.
Como ya hemos mencionado en el punto anterior, la periodontitis es la consecuencia de una gingivitis que no ha sido tratada correctamente.
Aunque la periodontitis también se puede curar, su tratamiento es más complejo que el de la gingivitis.
Éste requiere, entre otros, mediciones para comprobar la profundidad del sarro acumulado en las encías, análisis microbiológico, raspado y alisado radicular, etc.
Es precisamente por la mayor complejidad del tratamiento por lo que se recomienda acudir a un periodoncista nada más advertir los primeros síntomas de la gingivitis (inflamación y sangrado de las encías).
Si se deja progresar la enfermedad, las bacterias causarán cada vez un daño más profundo y llegarán al hueso, que no hay que olvidar que actúa como soporte del diente.
De esta manera, aparecerán otras señales de alarma: mal aliento, recesión de encías, aparición de triángulos negros entre los dientes, movilidad de piezas dentales…
Todo esto llevará a consecuencias irreversibles: si se causa un daño progresivo en el hueso que soporta el diente, a la larga se producirá la pérdida de dientes.
4. Cáncer bucal
El cáncer oral o bucal se produce con mayor frecuencia en los labios y la lengua. Sin embargo, también desarrollarse dentro de la boca y comprometer las encías, el paladar y la garganta.
Aunque cualquier persona (de cualquier edad y sexo) puede padecer cáncer oral, éste afecta en mayor medida a los hombres mayores de 40 años.
Bien es cierto que la genética juega un papel esencial en el desarrollo del cáncer. Sin embargo, existen otros factores de riesgo muy importantes. Estos son el tabaquismo y el alcohol.
Como en cualquier otra enfermedad, la detección temprana es fundamental en el éxito del tratamiento. Por eso, es importante saber identificar los primeros síntomas y acudir a revisiones regulares con el dentista.
Dichos síntomas pueden ser:
- Úlceras o llagas en la lengua, los labios o cualquier otra parte de la boca
- Manchas blancas o rojas en la lengua, en las encías o cualquier otra parte de la boca
- Problemas o dolor al masticar o deglutir
- Dificultades en el habla
- Dolor en alguna parte de la boca, sin explicación aparente
No hay que olvidar que a pesar de que conozcamos determinados síntomas, el odontólogo es el profesional que cuenta con mayor experiencia y conocimientos para advertirlos.
5. Halitosis
El mal aliento o la halitosis comprenden el conjunto de olores desagradables que se emiten a través de la boca.
Existen dos tipos de halitosis: oral y extraoral. En el 90% de los casos, el mal aliento tiene su origen en la propia boca.
En estos casos, el olor desagradable se debe fundamentalmente a una higiene deficiente, el tabaco o enfermedades periodontales (gingivitis y periodontitis).
Por su parte, cuando la halitosis es extraoral, tiene su origen en problemas sistémicos, como pueden ser aquellos relacionados con el sistema digestivo o las enfermedades hepáticas o renales.
Aunque a primera vista el mal aliento pueda parecer únicamente un problema de carácter social para quien lo padece, lo cierto es que puede ser una pista ante una patología de mayor gravedad.
¿Cómo prevenir los problemas bucodentales?
Es muy cierto que no se puede controlar completamente la aparición de cualquier enfermedad bucodental de las descritas anteriormente. Esto es debido a que en muchos casos la genética juega un papel fundamental.
Sin embargo, no es menos cierto que hay determinados hábitos que favorecen el desarrollo de dichos problemas. Ya que hay factores que escapan de nuestro control, es importante hacer todo lo que esté en nuestra mano para no experimentar ninguna de las enfermedades bucodentales mencionadas.
Los buenos hábitos incluyen:
Ser rigurosos con las técnicas de higiene:
El cepillado debe realizarse después de cada comida y durar al menos dos minutos. Asimismo, es importante pasar el hilo dental tras éste y utilizar un enjuague bucal con flúor una vez al día.
Cuanta menos placa bacteriana permitamos que se acumule en nuestros dientes y encías, menor probabilidad tendremos de desarrollar caries o enfermedades periodontales.
No fumar o reducir el consumo de tabaco lo máximo posible:
Fumar no es solamente uno de los peores hábitos para nuestra salud general, sino que a nivel local, en la boca, también ocasiona daños importantes.
El tabaco mancha los dientes, los vuelve amarillos y provoca mal aliento. Eso, en el mejor de los casos.
En el peor de los escenarios, fumar es uno de los factores de riesgo más decisivos a la hora de desarrollar cáncer de boca.
Llevar una dieta sana y equilibrada:
En lo que respecta a nuestra nutrición, es fundamental consumir frutas y verduras en abundancia. Asimismo, debemos equilibrar la ingesta de los hidratos de carbono y las proteínas presentes en los alimentos de manera natural (cereales, carne, pescado…).
Por el contrario, debemos evitar al máximo posible el consumo de azúcares y ácidos presentes en los refrescos o los dulces (bollería industrial, chucherías o caramelos…). Su ingesta favorece la aparición de caries.
Visitar una o dos veces al año al dentista:
Como ya hemos mencionado anteriormente, nuestro odontólogo de confianza es el profesional más indicado para ayudarnos a prevenir, detectar y curar cualquier enfermedad bucodental.
Por este motivo, debemos visitar su consulta una o dos veces al año. De esta manera, podrá advertir posibles complicaciones y pautar un tratamiento a tiempo, lo que siempre es sinónimo de mayores probabilidades de éxito.
En resumen, todo lo que está en nuestra mano para prevenir la aparición de los problemas bucodentales se refieren a hábitos relativamente fáciles de llevar a cabo.
De la misma manera, estamos haciendo referencia a rutinas que son buenas para la salud general y que también lo son para nuestros dientes.
No hay que olvidar que nuestro organismo funciona como un engranaje perfecto en el que todas las piezas están conectadas entre sí. Por tanto, lo que es saludable para una parte de nuestro cuerpo, también lo es para todas las demás.