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¿Mascar chicle es bueno para los dientes?

Mascar chicle es uno de los hábitos más extendidos en el mundo. Se dice que al año se consumen unas 100.000 toneladas. Para unos es una mala costumbre, para otros uno de los hábitos más placenteros ¿y para nuestros dientes? Un estudio de la Asociación Dental Americana (ADA) publicado hace un par de meses en The Guardian, afirmaba que mascar chicle sin azúcar durante veinte minutos tras las comidas prevenía la caries dental. Después de las comidas estimula la producción de saliva y así ayuda a neutralizar los ácidos producidos por las bacterias de la placa. Más aún, el chicle permite aliviar la presión de las orejas tapadas por una sinusitis, resfriado o una reacción alérgica. Los chicles sin azúcar contienen edulcorantes como el xilitol. Tiene el mismo poder que la sacarosa (azúcar en polvo), pero contiene menos calorías que otros glúcidos. Esto quiere decir que la misma cantidad de xilitol es capaz de endulzar una taza de café de la misma manera que el azúcar pero con menos calorías. Además este componente produce un efecto real contra la caries, ya que detiene el crecimiento de la principal bacteria causante de la caries, streptococcus mutans. En realidad no debiera existir dilema ni duda alguna. Mascar chicle se recomienda exclusivamente en situaciones en las que te es imposible cepillarte los dientes. Una cosa no sustituye la otra. El chicle es una ayuda importante para mantener la salud dental pero no sustituye al cepillado o a la higiene normal. Calman la ansiedad: mascar chicle produce un efecto relajante. Ayuda a dejar de fumar: los chicles con nicotina han ayudado a numerosas personas a dejar de fumar. Es por ello que muchos investigadores estudian otros usos que se lo podrían dar a esta goma. Reduce el apetito: mascar chicle produce una sensación de saciedad y disminuye las ganas de comer cosas dulces. En este sentido, se ha demostrado que personas que han mascado chicle después del almuerzo ingieren una menor cantidad de productos dulces. Ayuda a disminuir la acidez de la boca: al mascar chicle aumentamos el flujo de nuestra saliva, lo que permite neutralizar los ácidos de las bebidas y alimentos que ingerimos. La saliva posee fosfato y calcio, muy beneficiosos para los dientes. Reduce la caries: los edulcorantes que se añaden a los chicles, tales como el xitilol, reducen la posibilidad de tener caries. El chicle en sí como ya hemos visto no es malo, el abuso de esta goma es lo que puede afectar a nuestro estómago, dientes y a nuestro cuerpo en general. Masticar chicle no es para ti si… Llevas ortodoncia del tipo que sea: brackets, ortodoncia lingual win… Vas a hablar en público. Mascar chicle no se considera de buenos modales. Tienes dolores de estómago. Los chiles contienen sorbitol, una sustancia que puede aumentar el dolor estomacal e incluso ocasiona diarrea crónica. Si padeces bruxismo (aprietas los dientes) no conviene abusar del chicle, empeorará los dolores de mandíbula. Tiendes a abusar de los chicles. Piensa que realmente es una goma con un montón de aditivos que tienen como objetivo engañar a nuestro cuerpo durante un tiempo limitado. Ya lo sabes, el chicle es un producto que puede hacerte disfrutar, pero como todo hay que tomarlo con moderación y en los momentos idóneos. Recuerda que aunque el chicle aporta numerosos beneficios, tal y como hemos comentado, existen otros productos que pueden resultar igual de beneficiosos para nuestra mandíbula. Por ejemplo, ingerir un trozo de queso duro al final de una comida aporta muchos nutrientes y también estimula la producción de saliva en boca. ¿Entonces por qué terminamos mascando chicle? No sabría decirlo con seguridad, puede que sea porque resulta cómodo…

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Tipos de pastas dentales

En el mercado hay una gran variedad de productos para la higiene bucodental. Cepillos, colutorios, pastas dentales… Hay una gran variedad y en ocasiones resulta difícil elegir lo más indicado para nuestros dientes y encías. Uno de los productos que tiene más variedad es la pasta dental. Saber qué tipos de pasta dental hay y cuándo usarlas es fundamental para que el cepillado sea eficaz. Pero, ¿Cómo saber qué tipo de pasta necesito? La clave está en saber qué tipo de pasta usar y en qué momento. La pasta de dientes condiciona el cepillado. Para mantener una buena salud oral, es imprescindible lavarse los dientes después de cada comida. Pero también es importante complementar el cepillado con otras técnicas, como los enjuagues e irrigadores bucales, así como el hilo dental. Así, al elegir pasta de dientes hay que tener en cuenta el estado de nuestra boca, que determinará un tipo de pasta u otro. Actualmente encontraremos una pasta para casi cada situación: edad, infecciones, sensibilidad dental… Otro factor a tener en cuenta es la textura de la pasta; actualmente existen hasta tres tipos de pasta distintos. El más usado por la mayoría de pacientes es la pasta de crema o gel, que está recomendada para los dientes sanos. Pero también hay la pasta con fluidos, recomendada para los tratamientos de ortodoncia ya que llega a zonas más profundas de la boca. La menos usada es la pasta con partículas, que realiza una limpieza muy profunda puliendo el esmalte. ¿Qué tipos de pastas dentales hay? Actualmente hay una gran variedad de pastas dentales en el mercado: Pastas para niños. Este tipo de pastas tienen menos concentración de flúor que las pastas para adultos, para no dañar el esmalte de los niños. Se recomienda que los niños no usen pastas para adultos hasta los doce años. Pastas para blanquear los dientes. Los dientes tienden a perder el color blanco brillante con el tiempo, por distintos motivos. Una buena solución es someterse a un blanqueamiento dental profesional, además de cepillar los dientes con pastas específicos para recuperar el tono blanco en los dientes. Pastas para combatir la sensibilidad dental. Ayudan a combatir los efectos de la sensibilidad dental fortaleciendo el esmalte. Pastas para combatir enfermedades de las encías. Este tipo de pastas contienen flúor y clorhexidina, que puede teñir levemente el esmalte. No obstante este tono se puede eliminar con una limpieza profesional. Pastas no específicas. Si tienes la boca sana o no requiere de algún tratamiento concreto una pasta con flúor es tu mejor opción. Estas pastas ayudan a fortalecer el esmalte para un buen mantenimiento de dientes y encías. La ventaja de disponer de tanta oferta en el mercado es que podemos encontrar una pasta que se adapte a las necesidades de nuestra boca, por lo que es más fácil cuidarla y protegerla de las enfermedades bucodentales.

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Mordedores de uñas, atención: lo próximo en caer serán los dientes

Este mal hábito puede afectar al intestino, las encías o la mandíbula. La estética es lo de menos Antes de volver a morderse las uñas, piense que todos los gérmenes que se han ido acumulando bajo las mismas irán a parar a su boca: un análisis de las uñas de trabajadores de hospital desveló que los más frecuentes son Staphylococcus y Cándida, y ambos pueden producir infecciones. Más allá del problema estético, la onicofagia (como se denomina en medicina a este hábito mordedor de la estructura de los dedos) produce daños colaterales en otras partes del organismo, como la boca y el intestino. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Medicina de Breslavia (Polonia), con 339 estudiantes, detectó peor calidad de vida entre quienes dentelleaban sus uñas. Según explica la doctora Rosa Ortega del Olmo, dermatóloga y profesora en la Universidad de Medicina de Granada, esta parte del cuerpo no es tóxica en sí misma, «lo que sí es dañino son los gérmenes o sustancias tóxicas que se hayan tocado y que pueden acumularse en esa zona». El problema más frecuente de la onicofagia, según dice, es la alteración que produce en la anatomía de la uña (suele volverse más ancha y más corta), además de originar pequeñas heridas alrededor de ellas que, en ocasiones, llegan a infectarse. La deformidad en las mismas puede incluso confundirse con problemas más serios, como la artritis psoriásica, lo que dificulta el trabajo de diagnóstico de los médicos. Pero, además, el hábito de morderse las uñas es el culpable de otras alteraciones que ni se le habían pasado por la cabeza. No regañe a los niños La onicofagia se considera un trastorno nervioso que puede ser tratado por el psicólogo o psiquiatra. Lo recomendable es realizar un tratamiento multidisciplinar, con odontólogo y psicólogo, para obtener mejores resultados, es esencial que el sujeto esté dispuesto a abandonar el mordisqueo para tener éxito. También aconseja que, en momentos de estrés o ansiedad que inciten a morderse las uñas, se utilicen sustitutos, como masticar chicle sin azúcar o mantener las manos ocupadas con cualquier objeto. Otra de las sugerencias es poner atención en el cuidado de las manos y de las uñas (manicura) y llevar siempre una lima de cristal, para eliminar pequeñas roturas en las mismas y no caer en la tentación de morderlas. Además, existen productos que se aplican sobre las uñas varias veces al día y cuyo sabor amargo puede ayudar a eliminar el hábito. No regañar a los niños, porque, al ser un problema de origen psicológico, puede haber un efecto rebote, es decir, al provocarles angustia, se las muerden más. Lo ideal es utilizar refuerzos positivos: premiar al niño cuando no se las muerda. 1. Heridas en dedos Las personas que se muerden las uñas de forma constante llegan a lesionar el lecho ungueal (tejido sobre el que asientan las mismas) , quienes presentan el hábito más agresivo pueden provocar hemorragias subungueales que llevan a la pérdida de toda la uña, aunque también matiza que, por lo general, vuelve a crecer. Esta manía suele producir heridas en los dedos, que en ocasiones se infectan. En función del aspecto, se sabe qué tipo de germen ha causado el brote: en general, si es por bacterias, aparecerá pus (líquido amarillento) y, si es por virus, se formará una verruga (elevación de la piel); también se puede contagiar con herpes, y en este caso aparece una herida redonda y roja, o incluso con hongos (Cándida), que producen inflamación y secreción blanquecina. Y alerta de que todos estos gérmenes pueden pasar a los labios y a la mucosa labial. 2. Infecciones intestinales La onicofagia favorece el contagio de parásitos intestinales, sobre todo en los niños, población en la que es muy frecuente. Existen hasta once tipos de parásitos. Uno de los más conocidos es el oxiuro, popularmente conocido como lombriz, un parásito blanco y muy delgado que vive en nuestro cuerpo: sus huevos, que no son visibles al ojo humano, pueden estar bajo las uñas; y, al morderlas, pasan al aparato digestivo y lo colonizan. El principal síntoma es el picor que producen en la zona anal. Si el niño se rasca, vuelve a infectarse y lo contagia a otras personas. Hay que tener en cuenta que, según los datos que manejan los especialistas, el hábito de morderse las uñas es mayor entre la población infantil: afecta al 45% de los niños y al 10% de los adultos, suele comenzar a los 4–6 años y aumenta hasta los 11 años, momento en que inicia el descenso. 2. Desgaste de dientes Otra consecuencia de morderse las uñas es el desgaste de los dientes, en concreto, de los incisivos superiores e inferiores: provoca microtraumatismos que desprenden partículas de esmalte, lo cual hace que las piezas se vayan recortando. En casos severos, puede haber microfracturas del borde incisal (borde de los incisivos) u otros problemas: el apiñamiento de las piezas dentales, originado por la presión que se ejerce sobre los dientes al morderse las uñas de forma continua y cuya solución pasa por colocar un aparato de ortodoncia para que vuelvan a su lugar; y el desprendimiento de los empastes: si existen reconstrucciones en los incisivos superiores e inferiores, pueden romperse por la presión de los dedos y por el mordisqueo continuo que hacen que los dientes choquen entre sie. 3. Alteración en la mandíbula Un estudio realizado en la India con 240 adolescentes encontró asociación entre el hábito de morderse las uñas y trastornos en la mandíbula que suelen producir dolor y problemas al masticar. Es un problema que sí vemos en la consulta: la posición forzada de la mandíbula al morderse las uñas puede provocar alteraciones en la articulación temporomandibular, ocasionando ruidos al morder y dolor, existen férulas transparentes que cubren todos los dientes para evitar que el paciente se las muerda. 4. Lesión en encías Al mordisquear la uña pueden clavarse pequeños trozos de las mismas entre la encía y el diente, produciendo lesiones

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¿Cuándo es mejor lavarse los dientes: después de cenar o justo antes de dormir?

Cepillarse los dientes es una forma de mantener a raya las caries, así como de lucir una sonrisa brillante y tener un aliento fresco. Pero todos nos hemos saltado alguna vez este gesto, especialmente a última hora del día, ya sea por olvido o por pereza. ¿Sabe las consecuencias que tiene semejante descuido?. La ausencia de saliva antibacteriana durante la noche significa que estamos especialmente vulnerables a los agentes causantes de las caries y enfermedades de las encías. Al dormir, salivamos muy poco, el movimiento de lengua, mejillas y labios es menor, y teniendo en cuenta que la saliva es la encargada de limpiar nuestra boca naturalmente, el cepillado nocturno es el más importante para evitar que los alimentos estén en contacto con nuestros dientes durante muchas horas, lo que conduciría a un aumento de las enfermedades dentales. Al disminuir la capacidad reguladora del pH de la saliva para evitar la agresión ácida sobre el esmalte y la consecuente desmineralización, es importante el cepillado después de cenar.  Más de 500 tipos de bacterias En nuestra boca se encuentran unos 600 tipos de bacterias, y aunque algunas son ‘buenas’ y ayudan a mantener el equilibrio de la flora, otras predisponen a enfermedades como la caries, la gingivitis y la periodontitis, el Streptoccocus Muttans, uno de los más involucrados en la formación de caries dental, obtiene su energía del alimento que ingerimos, su flexibilidad genética le permite romper toda una amplia gama de hidratos de carbono. Entre las sustancias que aprovecha, figuran la glucosa, fructosa, sacarosa, galactosa, maltosa, rafinosa, ribulosa, melibiosa e incluso el almidón. Las bacterias intentan fijarse continuamente a nuestros dientes, pero ese proceso es frenado por la acción de la saliva, la lengua y el cepillado. Las bacterias producen ácido durante todo el día, más cuando está comiendo, por lo que la única forma de deshacerse de esa película de placa es cepillándose al menos dos veces diarias, mejor tres, para eliminar subproductos ácidos que pueden dañar su esmalte y causar caries. La cantidad de bacterias que tenemos en la boca es altísima incluso después del cepillado y en estado de buena salud. Lo verdaderamente importante es mantener a raya ese crecimiento bacteriano para que no pueda convertirse en patológico. Pues bien: el modo más rápido para multiplicar la proliferación de microorganismos entre su boca es olvidar el cepillado nocturno. Pero hay más consecuencias. Si se acuesta sin lavarse los dientes, su aliento amanecerá con un olor insoportable. La persistencia de alimentos en descomposición en la boca y la menor secreción salival nocturna son una mezcla explosiva para el desarrollo de halitosis. Aunque hay que saber que el cepillado elimina gran parte de los anillos aromáticos desagradables por metabolismo bacteriano, pero si el origen de la halitosis no es solamente la boca, este no será tan efectivo como desearíamos. 20 o 30 minutos después del último bocado Normalmente, hay un espacio de tiempo entre la cena y el sueño de unas 2-3 horas. Hay quien tiene la costumbre de cepillarse después de comer y quien lo hace inmediatamente antes de irse a la cama. La mayoría de los expertos se inclina por la primera opción, aunque con matices. «El cepillado después de la cena es técnicamente mejor para los dientes que el de antes acostarse, porque se aporta fluoruro, en la pasta de dientes, que actúa durante más tiempo para fortalecer la dentadura», aclaró en sus investigaciones Denis Kinane, decano de la Universidad de la Escuela de Medicina Dental de Pennsylvania. Aunque hay una excepción: una cena a base de alimentos ácidos (cítricos, lácteos fermentados, vinagre o tomate guisado). «En esos casos, es mejor cepillarse una media hora después, cuando el pH haya vuelto a la normalidad”, aconseja la doctora Alicia Matas. El odontólogo del centro médico de la Universidad de Rochester (EE UU) Yanfang Ren lo documentó con el siguiente argumento: el ácido suaviza la parte superior del esmalte, por lo que un cepillado inmediato podría ablandarlo y provocar desgaste. Otros médicos apuestan por esperar siempre esos 20 o 30 minuto, así damos tiempo a los nutrientes de enriquecer la microbiota oral. Lo mejor es cepillarse en los primeros 20 minutos después de cada comida, ya que es el momento de mayor actividad bacteriana. Pero como avanzamos, no hay unanimidad. Tras la cena se produce la autoclisis, que es un proceso de limpieza natural por el movimiento de labios, lengua y demás tejidos blandos de la boca que ayuda a mantener la limpieza en cierta medida (este proceso se produce continuamente mientras está despierto). Si el cepillado se hace justo antes de acostarse la limpieza será más fácil, porque la autoclisis ya ha hecho parte del trabajo. Cómo reaccionar ante un olvido Si una noche no cepillamos los dientes, no hay gran peligro, mas no debe tomarse como costumbre. Durante esa jornada, bajaría el pH de la boca y se acumularía más placa en las zonas de retención, pero no habría una consecuencia relevante más que la maduración de la placa, que será más difícil de eliminar posteriormente. Así, si confiesa que ha pecado, asegúrese de cepillar bien por la mañana, y no olvide aplicar el hilo dental para eliminar las bacterias acumuladas.

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Muchos padres y madres se despiertan durante la noche alertados por el ruido que produce el rechinar de los dientes de sus hijos durante el sueño. Se trata de bruxismo, conocido coloquialmente como “chirriar de dientes”, y se produce por la contracción excesiva de los maxilares que generan un ruido característico, que en raras ocasiones despierta al niño. A pesar de que es un trastorno que puede aparecer a cualquier edad, suele ser un fenómeno frecuente en la infancia, y que afecta a entre el 20% y el 30% de los niños españoles. Las causas asociadas al mismo apuntan a factores de carácter físico, psicológico o neurofisiológico. Actualmente, existen estudios que apuntan un incremento de este trastorno en edad infantil y adolescente, asociado a estados de ansiedad y estrés. La Dra. Sánchez comenta que hay que diferenciar dos grupos dependiendo de la edad a la que se presenta el trastorno. Por un lado, los pacientes en edad infantil (antes de la adolescencia), con dientes de leche presentes, en los que el bruxismo puede llegar a ser funcional, no una patología, a pesar de tener desgaste de los mismos. Y por otro lado, el paciente adolescente, que muestra ya cambios hormonales y que tiene la mayoría de los dientes definitivos presentes. En esta etapa, el bruxismo se expresa ya con dolores musculares, dolores de cabeza y alteraciones de la articulación mandibular en forma de chasquidos e incluso de bloqueos o dificultad de apertura de la mandíbula. En el primer grupo no hay diferencias de afectación entre sexos, en el segundo es claramente más frecuente en niñas. El bruxismo afecta a entre el 20% y el 30% de los niños españoles El bruxismo es una actividad involuntaria de la musculatura de la mandíbula. Durante la infancia se considera una forma natural de desarrollar la dentición y estimular la formación muscular y ósea de los huesos de la cara; un hábito de desarrollo que disminuye progresivamente al salir las muelas permanentes y dientes incisivos. Existe el bruxismo diurno que puede ser consciente o inconsciente; y el bruxismo nocturno, que es inconsciente y producido por la contracción rítmica, repetitiva y violenta de los maseteros. Normalmente, sucede en los primeros momentos del sueño y cesa cuando este es más profundo. El bruxismo puede detectarse a partir de los 4 años, sin apreciarse diferencias de prevalencia según el sexo. Sí varía con la edad del paciente y el tipo de dentición (dientes de leche, dentición mixta o dentición definitiva). En niños menores de 7 años, con dientes de leche, la tasa de bruxismo es del 10%; sin embargo, este porcentaje se eleva entre los 7 y 11 años, estando presente en aproximadamente uno de cada cuatro niños de esta edad. El bruxismo puede estar causado por un componente psicológico o por la situación/condición bucal odontológica del paciente, existe un mayor porcentaje de bruxismo infantil en hijos de padres que en su momento también lo padecieron. En adolescentes, puede venir acompañado de dolores musculares, de cabeza y alteraciones de la articulación mandibular Con relación a la adolescencia, en esta etapa el bruxismo puede permanecer durante la vida adulta. En la mayoría de los casos porque permanecen las causas, sobre todo el estrés y el modo de afrontar el mismo. Aunque hay artículos que señalan la existencia de un componente genético, este no está muy claro. Además, hay que tener en cuenta que la expresión de enfermedades o síntomas en el entorno familiar puede estar influenciado más por cuestiones ambientales o de entorno, que genéticas. ¿Cuáles son las causas que originan este trastorno? En primer lugar hay que descartar una patología asociada, como enfermedades neurológicas o reumatológicas. Una vez descartadas estas causas, hay que identificar las que desencadenan los síntomas en el niño como factores estresantes o hábitos que aumentan los síntomas (ingesta de chicles, algunas chucherías o morderse la uñas). Una vez localizados estos elementos, es importante minimizarlos, evitarlos o disminuir el impacto (a veces es necesario recurrir a otros profesionales sanitarios como psiquiatras o psicólogos). Hay que tratar al paciente con analgésicos y relajantes musculares adecuados durante el tiempo que se considere oportuno (evitando las benzodiacepinas). Además, es conveniente aplicar calor para relajar la musculatura. Si hay alteraciones de la oclusión, la forma de morder, debe colocarse en la edad adecuada el tratamiento ortodóncico necesario. Hay que evitar la colocación precoz de férulas sobre todo cuando quedan aún dientes por salir. Especialmente, es contraindicado colocar una férula sin hacer todo lo que hemos dicho previamente de identificación de factores y tratamiento. Cada vez es más frecuente ver en consulta a niños de corta edad con bruxismo, cuyos síntomas están asociados a la articulación temporomandibular, con dolores musculares o con cefaleas. Son niños que afrontan situaciones que ellos viven como estresantes, en el colegio o por situaciones familiares o personales. Esta sí es una patología de nuestro tiempo, una infancia que vive situaciones como los adultos y que se reflejan por la aparición de síntomas musculares, mandibulares o cefaleas.

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Con cada refresco, tus dientes se hacen más pequeños

Y «cada milímetro que pierden nos hace envejecer diez años» «Es el peor enemigo de nuestra sonrisa: silente, invisible, nos acecha día y noche. No vemos el ataque y, sin embargo, cada mañana al despertar nuestro diente desaparece un poco más”, asegura la odontóloga Sara Sánchez. Es el terrorífico guion de lo que el desgaste dental está haciendo ahora mismo en su boca. El estrés tiene bastante que ver: además de fatiga, dolor de cabeza, molestias gástricas, tensión muscular… provoca bruxismo y cambios en el pH de la boca que, como mal menor, hacen que sus dientes cambien de color. Veamos qué es, cómo prevenirlo y qué tratamientos corrigen sus consecuencias. Las alarmas han saltado. “Que los dientes se desgastaran era hasta ahora un achaque de la edad, pero hoy se ve demasiado frecuentemente en jóvenes. Y hay que frenarlo cuanto antes”, advierte la doctora. “La expectativa de vida crece y tenemos que conseguir una dentición sana, bonita y funcional durante más años”. Nadie está a salvo. Tres de cada cinco adultos padecen este desgaste. Aunque vivan relajadamente o se laven los dientes con fruición: además del estrés, afectan la dieta, el estilo de vida y ciertas intolerancias y trastornos alimenticios. ¿Qué ocurre exactamente? la Dra. Sánchez, experta en implantes de la Clínica dental SanCal y profesora de la Universidad Europea de Madrid, explica que primero se come el esmalte hasta que llega a la dentina, produciendo sensibilidad. “Provoca pérdida de altura de los dientes, en longitud y volumen, haciendo que la sonrisa se retraiga marcando arrugas peribucales (la sintomatología de Popeye) y horizontales sobre el labio superior e inferior. Además de limitaciones funcionales por problemas en la oclusión, la relación entre dientes superiores e inferiores puede derivar en molestias musculares en la cara, cuello y espalda”, añade. Una advertencia más: la dificultad de detectarlo e interceptarlo mediante prevención. “En determinados casos se produce de una manera lenta y puede pasar desapercibida tanto para el paciente como para el dentista. Y cada milímetro de longitud de diente que perdemos nos hace envejecer diez años”. Si Hitchcock levantara la cabeza… «Después de tomar un zumo de naranja hay que esperar al menos 20 minutos antes de lavarse los dientes, para no frotar el ácido contra el diente haciendo que se desgaste aún más” De nuevo, el estrés Cuánto puede afectarle el desgaste dental depende de la estructura genética de su diente, del tipo de agresión y de su capacidad de defensa. “Hasta ahora se creía que, sobre todo, era un ataque físico: el que causa el bruxismo [apretar los dientes de manera involuntaria]. Y en ese cajón se metía todo…”. Ese rechinar nocturno, pesadilla casi más para quien le acompaña en sus desvelos, afecta a un 17% de quienes padecen estrés. “En la clínica lo hemos notado muchísimo, porque de alguna manera gran parte de la población ha sufrido la crisis, lo que ha provocado que los pacientes con problemas de bruxismo hayan aumentado muchísimo. Al apretar los dientes, erosionan y desgastan la dentadura, hasta se llegan a romper piezas”, confirma la Dra. Sánchez, quien detalla: provoca microfisuras y aumenta la porosidad, que favorecen que el esmalte se manche más con vino, té o café, o incluso se fracture. Utilizar una férula de descarga (molde de material flexible y blando que se erosiona en lugar de su esmalte mientras aprieta los dientes) o formar parte de ese privilegiado grupo que duerme a pierna suelta (poco más de la mitad de la población) solo evita uno de los problemas. En el desgaste dental es casi más importante cómo afecta el pH de la boca. Hoy sabemos que, sobre todo, lo originan causas químicas. Internas, por los ácidos del reflujo gastroesofágico, que afecta al 60% en algún momento de su vida, y los que provocan ciertos trastornos de la alimentación o intolerancias alimentarias que cursan vómitos. El estrés, no desayunar lo que debemos, abrir latas de bebida en la oficina sin parar o creernos deportistas de élite; así como seguir a pies juntillas todas las tonterías que dicen las celebridades en Internet (como beber agua con limón, en ayunas o no, o hacer del vinagre de manzana el nuevo elixir antigrasa), son algunas de las causas que llaman externas o medioambientales. “¿Quién no toma un zumo de naranja por la mañana? ¿Y cuántos están limitando los lácteos? Bebidas isotónicas, carbonatadas, colas… Todas ellas contienen ácido cítrico que provoca un descenso en el pH de la boca y acelera el desgaste”, apunta la odontóloga. Bebidas que cambian el pH de su boca Algunos líquidos pueden modificar la acidez de su boca. Correr a por su cepillo de dientes mientras apura las últimas gotas del zumo o su refresco favorito es aún peor: “No sabemos por qué nadie dice que después de tomar una bebida ácida, como el jugo de cítricos del desayuno, hay que esperar al menos 20 minutos antes de lavarse los dientes para no frotar el ácido contra el diente haciendo que se desgaste aún más”. La recomendación para contrarrestar los ácidos es: “Si no podemos evitar las bebidas gaseosas, mejor tomar a la vez alimentos. Y si queremos aromatizar la ensalada con limón, poner unas rodajas impregnadas en aceite”. Las bacterias que viven en nuestra boca también atacan. El desgaste por erosión ácida puede provenir de la gran cantidad de bacterias que viven en su interior. Bien por falta de mantenimiento o hábitos hay veces que las bacterias se descontrolan haciendo que los dientes pierdan hueso sin parar. La medicación es otra de las amenazas: no solo hablamos de las tetraciclinas, que sabemos que tiñen los dientes, sino que tomar más de tres medicamentos al día hace que nuestras glándulas salivales pierdan la capacidad de proteger nuestro esmalte. La importancia de la saliva Cada día se produce una sucesión de agresiones que, si superan los mecanismos de defensa del diente, pueden desencadenar un deterioro precoz que conduzca a la destrucción de la dentición. Empezando por el esmalte, responsable de la dureza, la

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Escupir no sólo es grosero, también es insano

Los hombres segregan más saliva que las mujeres. ¿Justifica esto que expelerla sea un hábito típicamente masculino? Lo vemos por la calle no sin cierto repelús: en cualquier paseo urbano, se nos cruza algún sujeto despreocupado que escupe sobre la acera. Hasta Titanic tiene una escena romántica con Leo DiCaprio expeliendo saliva desde el célebre barco. Las generalizaciones no son buenas, pero lo cierto es que, en el imaginario colectivo, este acto se asocia con más facilidad al hombre, pese a que no existen datos «que refrenden que ellos escupan más que las mujeres». ¿Pero y si se tratara de una necesidad biológica masculina? ¿Existe alguna razón para hacerlo? Hay una respuesta corta y efectiva: por costumbre. “No existe un motivo médico subyacente, es cultural. Técnicamente, los varones producen más cantidad de saliva porque sus glándulas salivales tienen un mayor tamaño. Pero esto no justifica el hábito”. La Dra. Sánchez, considera que «escupir más o menos no es proporcional a la cantidad de líquido que segreguen las glándulas de cada uno: es una cuestión de educación». Con este hábito, el sistema de defensas en la cavidad bucal se desequilibra, lo que puede llevar a la formación de caries o paradontitis. “El uso de prótesis o aparatos de ortodoncia pueden provocar un aumento de la salivación. El mismo efecto pueden tener algunos medicamentos hipertensivos, problemas digestivos o enfermedades del sistema nervioso, pero expulsarla del organismo no ofrece ningún beneficio», dice la Dra. Sánchez.  «El exceso de producción, denominado hipersalivación o sialorrea, también es un síntoma de diversas causas fisiológicas (erupción dental en los niños, embarazo) y de enfermedades (digestivas, neurológicas, hormonales, por medicamentos e incluso psíquicas) que provocan babeo crónico, descamación de los labios y heridas en torno a la boca». Al margen de estas enfermedades, todos salivamos más en determinadas ocasiones. Tampoco justifican el esputo. “Sucede en episodios de estrés para el organismo. Al comenzar a realizar ejercicio físico intenso, por ejemplo, se producen unos cambios fisiológicos que conllevan una mayor producción de secreciones (ya sea saliva o, generalmente, moco nasal) y eso condiciona que en vez de deglutirlos por ser muy espesos, se tienda a escupirlos”, prosigue el experto. “Otras teorías afirman que el aumento de frecuencia respiratoria unido a la taquicardia hace que la mucosidad presente en la vía aérea del deportista aumente como medida de protección», «Al expulsarla, perdemos líquidos”. La saliva es buena Para Susan Maples, dentista y autora del libro Blabber Mouth: 77 Secrets Only Your Mouth Can Tell You to Live a Healthier, Happier, Sexier Life. (Bocazas: 77secretos que solo su boca le puede contar para vivir una vida más sana, feliz y ‘sexy’), la cuestión cultural no admite dudas: «Hay chicos que crecieron pensando que es una forma de refrescar la boca y nadie les castigó por hacerlo», sentencia. “Este gesto puede ser símbolo de reafirmación o rebeldía”, agrega el doctor González Lagunas. Pero no sirve para nada, ni para limpiar la boca. “Al hacerlo, se expulsan bacterias, pero no es el mecanismo natural de su eliminación», amplía Casqueiro. Según un estudio realizado por Gerbard Meyer, catedrático de odontología de la Universidad de Greifswald (Alemania), con este hábito, el sistema de defensas en la cavidad bucal se desequilibra, lo que puede llevar a la formación de caries o parodontitis. «Es puramente cultural: hay chicos que escupen porque crecieron pensando que es una forma de refrescar la boca y nadie les castigó por hacerlo» (Susan Maples, dentista) Producir saliva es señal de buena salud. “Cada día, generamos entre 1 y 2 litros; y cada minuto, se segregan al menos 0,5 mililitros», explica el doctor Javier González: “Cuanta más saliva tenemos, mejor salud bucal, mayor protección de nuestros dientes, de nuestras mucosas y del aparato digestivo». La Universidad de Aarhus(Dinamarca) relaciona incluso la cantidad de secreción que traga una persona (porque fabrica más cantidad) con su dicha. «Contiene una sustancia que se sintetiza de forma natural por las glándulas salivales, se llama opiorfina, se vincula a la felicidad y es más potente que la morfina», dicen las doctoras Vilavoa. Además, según la revista médica Plos, la saliva protege nuestra boca y estómago si nos damos un atracón de comida mexicana. «Las glándulas salivales se ponen marcha cuandoingerimos alimentos picantes o con ardor para el estómago», sentencia el estudio. Así las cosas, ¿para qué arrojar un líquido tan preciado fuera de nuestro organismo? Definitivamente, no hay excusa.

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Trucos para evitar el sarro entre los dientes

Mantener una buena rutina de higiene bucodental es importante para mantener la boca sana. El cepillado, así como el colutorio o el hilo dental, son técnicas que permiten eliminar los restos de comidas y bacterias. Eliminar estos restos es fundamental para evitar el endurecimiento de la placa, que se puede pegar entre dientes y en la línea de las encías, lo que se conoce como sarro. ¿Cómo evitar la acumulación de sarro? El sarro se pega en los espacios entre dientes y puede dañar algunas restauraciones dentales. También altera la estética de la sonrisa. Si no se elimina con rapidez, el sarro cada vez se va endureciendo más. Esto favorece el desarrollo de complicaciones como la caries dental y las enfermedades periodontales. En este punto, sólo puede ser eliminado por el odontólogo. ¿Cómo evitar el sarro entre mis dientes? Te damos algunos trucos para evitar la formación de sarro entre los dientes. Frecuencia del cepillado. Cepillarse los dientes una vez al día es el primer paso para el desarrollo del sarro. A lo largo del día realizamos distintas comidas. También exponemos la cavidad oral a distintos ataques u objetos externos. Por ello es importante lavar los dientes un mínimo de dos veces al día, con una duración entre dos y tres minutos. Pastas dentales. En la actualidad hay mucha variedad de pastas dentales. También hay pastas dentales para combatir la formación de sarro. En este sentido conviene incorporar a la pasta o el colutorio la presencia de flúor. Este mineral contribuye a fortalecer el esmalte. Este tipo de pastas dentífricas ayudan a prevenir la formación de la placa y su transformación en sarro. Además, el flúor que contienen algunas pastas, reparan el daño del esmalte dañado de los dientes. Limpieza interproximal. Hablamos de la limpieza de zonas más difíciles que la superficie dental, como los espacios entre los dientes. También el espacio entre la encía y la pieza dental. Este tipo de espacios son susceptibles a la formación de sarro, especialmente si sólo se limpian con el cepillo. Por ello los profesionales de PropDental recomiendan limpiar este tipo de zonas con utensilios específicos, como el hilo dental. Limpiar las zonas difíciles es el primer paso para evitar la presencia de sarro en la cavidad oral. Vigilar la alimentación. Algunos alimentos, como los azucarados, influyen en la formación y acumulación de placa bacteriana de forma directa. Por ello conviene seguir una dieta equilibrada y una rutina de higiene bucodental adecuada. Hábitos perjudiciales. Uno de los hábitos perjudiciales que más se ha relacionado con el sarro es el tabaquismo. Fumar o mascar tabaco contribuye a su endurecimiento, de modo que sólo un odontólogo puede eliminarlo. El mejor modo de evitarlo es mantener un estilo de vida saludable.

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¿Cómo cuido mi boca si estoy de viaje?

¿Te vas de viaje durante este puente? No descuides tu salud bucodental. Cuando estamos de viaje a menudo probamos nuevos tipos de comida, alteramos nuestra rutina y esto puede provocar un descuido de la higiene oral… ¿Cómo cuidar la boca durante un viaje? El primer paso es realizar una buena prevención antes de irse. Una buena prevención no sólo se basa en cuidar los dientes a diario, también en acudir con regularidad al odontólogo. Por ello, los profesionales de la clínica dental SanCal recomiendan acudir a la consulta poco antes de ir de viaje. Mediante una exploración profunda de la cavidad oral, la Dra. Sánchez puede detectar los primeros síntomas de una patología bucodental, como la caries o la gingivitis. Detectar este tipo de patologías en sus primeras fases es fundamental para un tratamiento rápido y de éxito. No obstante, en caso de emergencia dental lejos de casa, puedes resolverlas por teléfono con tu dentista de confianza, para aclarar si puede esperar hasta el final del viaje. También se recomienda buscar una segunda opinión en el mismo lugar. También es muy importante llevar encima un pequeño kit de higiene oral, ya que muchas comidas se suelen hacer fuera del lugar de alojamiento. Existe una gran variedad de cepillos y pastas dentales portátiles, con un tamaño reducido para que sea cómodo llevarlas de viaje. Se recomienda llevar un cepillo y una pasta dental de calidad, ajustada a la situación de la boca, así como enjuagar el cepillo con agua antes de lavar los dientes. Además, es necesario transportar el equipo de limpieza en condiciones óptimas. Mantener el cepillo limpio y alejado de otros productos es muy importante para que la limpieza sea eficaz. Después de usarlo, se recomienda dejar que se seque al aire. En caso de que el destino del viaje sea un entorno natural o rural, es muy importante comprobar que el agua usada para la higiene oral es potable. En caso contrario se recomienda realizar la limpieza con agua embotellada. Si de forma accidental mojamos el cepillo en otra agua, se recomienda reponerlo. Rutina de higiene oral durante el viaje A pesar de no comer en casa, hay diversas pautas a seguir para mantener una buena higiene bucodental: Cepillado: Es muy importante que la base de la limpieza oral sea el cepillado, durante un mínimo de dos minutos. Después de cada comida se recomienda esperar unos 20 minutos para que la limpieza sea más profunda. No obstante, en caso de no disponer de mucho tiempo conviene insistir en zonas susceptibles de acumulación de biofilm oral o placa bacteriana. Mascar chicle: Para situaciones puntuales también es recomendable el uso del chicle sin azúcar. Varios estudios han demostrado que mascar chicle después de una comida puede ayudar a prevenir la caries, porque estimula el flujo de saliva. No obstante, la Dra. Sánchez recomiendan el cepillado como técnica principal de limpieza, siempre que sea posible. Vuelta a casa: después del viaje es importante retomar la rutina de higiene habitual. Además del cepillado, se recomienda usar a diario el hilo dental, interdentales y el enjuague bucal.

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