Por eso, una vez que tenemos claros los aspectos mencionados, vamos a ver en qué se basa, paso a paso, la cirugía ortognática.
Los cuatro pasos que llevamos a cabo para someter a un paciente a este tipo de tratamiento son: planificación, intervención quirúrgica, postoperatorio y, por último, seguimiento y ortodoncia.
1. Planificación
Aunque todas las etapas del proceso son importantes, la planificación y el protocolo en la preparación del paciente para el día de la cirugía pueden suponer la diferencia entre un caso de éxito y otro que no lo es.
El profesional encargado de programar esta fase y, por tanto, el responsable de que el paciente llegue en óptimas condiciones a dicha intervención es el ortodoncista.
Esto se debe a que la planificación para la cirugía maxilofacial comienza con un tratamiento de ortodoncia de un año de duración.
Dicho tratamiento ortodóncico tiene como objetivo llevar los dientes a una posición adecuada respecto a sus bases óseas.
En este punto, conviene recordar las diferencias entre la ortodoncia y la cirugía ortognática. Mientras que la primera actúa sobre los dientes y tiene como objetivo corregir el apiñamiento y alinearlos, la segunda actúa sobre los huesos.
Por tanto, dicha operación maxilofacial tiene como objetivo mejorar la oclusión (mordida) de la boca y la armonía de un rostro con proporciones inadecuadas debido al crecimiento anormal de alguno de sus huesos.
Debido a que dichos huesos (maxilar superior y mandíbula) se han desarrollado de manera irregular, los dientes se han ido adaptando a ellos, por lo que no están bien alineados.
Por eso, cuando se realice la cirugía ortognática y el hueso se establezca en la posición y el tamaño correctos, los dientes no encajarán.
Igualmente, es imprescindible recalcar que una intervención de este tipo supone cambios importantes en la estructura ósea del rostro.
Dado que dichos cambios se ven reflejados en el aspecto final de la cara del paciente, es fundamental que el ortodoncista lleve a cabo un estudio facial minucioso.
De esta manera, se podrá conseguir que la persona que se somete a la cirugía bucal consiga una mejora funcional, de salud y estética.
Para realizar dicho análisis, el odontólogo se basará en un estudio radiológico así como en las fotografías y modelos de los dientes del paciente.
Una vez haya obtenido el mencionado material, se encargará de hacer las mediciones y cálculos oportunos, que presentará al cirujano maxilofacial el día de la cirugía.
2. Intervención quirúrgica
Al tratarse de un tratamiento combinado en el que están implicados dos profesionales -el ortodoncista y el cirujano maxilofacial-, es fundamental una buena comunicación y coordinación entre ambos.
El día de la cirugía, el odontólogo deberá estar presente y el médico interpretará las medidas presentadas por el ortodoncista. De esta manera, podrá aplicarlas a los huesos y realizar así la intervención.
La operación tendrá una duración de cuatro horas aproximadamente y se realizará bajo anestesia general.
En ella, lo que hará el cirujano será actuar sobre el maxilar o la mandíbula, realizando cortes y movimientos en los huesos. Todo ello lo hará mediante incisiones intraorales para no dejar ninguna cicatriz visible.
Una vez que ha colocado dichos huesos maxilares en una posición y un tamaño armónicos, los fijará en el nuevo lugar mediante miniplacas y tornillos de titanio.
Aunque los primeros días tras la intervención sean duros, te recomendamos que no desestimes el tratamiento por este motivo. Una vez pasado este periodo, los pacientes aseguran que merece la pena debido a la notable mejora que experimentan durante el resto de su vida.
3. Postoperatorio
La recuperación del paciente desde que termina la cirugía bucal hasta que puede llevar una vida relativamente normal dura aproximadamente un mes.
Y, más concretamente, la baja laboral se extiende por un periodo de dos a tres semanas, aunque depende del tipo de trabajo desempeñado por cada paciente.
Si la persona ejerce una ocupación muy activa, que conlleva cierto riesgo o que requiere hablar mucho, necesitará un tiempo de recuperación mayor.
Es decir, un deportista, un policía o una persona que trabaje hablando de cara al público tendrá una baja mayor que alguien que está en una oficina y no necesite hablar obligatoriamente.
Dentro de esta etapa postoperatoria, las dos primeras semanas son las más complicadas. Eso sí, a los profesionales nos resulta relativamente sorprendente el hecho de que los pacientes aseguren que no sienten dolor.
Sin embargo, sí presentan hinchazón facial y encuentran algunos inconvenientes en su rutina diaria:
- Apenas pueden comer: solamente ingieren alimentos fríos mediante pajitas y jeringas
- Necesitan llevar puestos unos elásticos durante todo el día
- Tienen dificultades al respirar, por lo que no se pueden tumbar completamente
- No hablan con normalidad
Aunque leyendo estas líneas el proceso de recuperación pueda parecer lento y excesivamente incómodo, lo cierto es que las molestias se manifiestan durante un periodo corto de tiempo.
Es decir, los primeros días son duros para el paciente. Sin embargo, una vez pasado este periodo, las personas a las que hemos tratado aseguran que la intervención maxilofacial merece la pena si se tiene en cuenta la notable mejora que experimentan durante el resto de su vida.
4. Seguimiento y ortodoncia
El siguiente paso una vez realizada la cirugía y superado el postoperatorio consiste en la continuación del tratamiento de ortodoncia durante dos años más.
En este punto, lo más importante es conseguir la estabilidad de la oclusión y evitar la recidiva. Es decir, que la boca no vuelva al estado que tenía antes de comenzar la primera fase de ortodoncia.
A rasgos generales se puede afirmar que la recuperación de los pacientes con clase III o prognatismo suele ser más rápida que la de las personas con clase II o retrognatia. Asimismo, la recuperación en mujeres se caracteriza por ser más lenta que en hombres.
Sin embargo, dejando a un lado las consideraciones generales, la estabilidad de los resultados dependerá de distintos factores como pueden ser los siguientes:
- Hereditarios
- Hábitos del paciente
- Aplicación del protocolo correcto durante todo el tratamiento
- Colaboración entre el odontólogo y el médico
- Fijación de una retención adecuada al terminar definitivamente con la ortodoncia
De todas las circunstancias anteriormente mencionadas dependerá, en gran medida, que el tratamiento y el consiguiente postoperatorio hayan merecido la pena para obtener unos resultados satisfactorios y duraderos de por vida.
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