Entre un paciente y su odontólogo se crea un vínculo que trasciende lo meramente clínico, y muchas veces ni unos ni otros son conscientes de la importancia de los elementos psicológicos y emocionales que entran en juego en una consulta dental.
Estos “factores humanos” son claves para lograr una relación de confianza y los mejores resultados en los tratamientos dentales. ¿Sobre qué bases debe construirse una buena relación entre médico y paciente?
Calma
La cavidad oral se encuentra a pocos centímetros de nuestro cerebro, y es perfectamente normal que muchos pacientes no puedan evitar el “reflejo” de sentirse alarmados cuando un extraño introduce herramientas o los dedos en su boca.
Los dentistas son perfectamente conscientes de ello, y por ello tratan siempre de calmar y tranquilizar a sus pacientes, sobre todo si tienen miedo al dentista. Del mismo modo, el paciente tiene que intentar poner de su parte y esforzarse por estar tan relajado cuanto sea posible.
Transparencia
Es crucial que entre el paciente y la clínica fluya la comunicación sin ningún tipo de ocultaciones ni disimulos. Debes exigir que la clínica sea transparente y responda en seguida a tus peticiones de información: los números de colegiado, las aclaraciones de la letra pequeña de los tratamientos, más información sobre la calidad de los materiales…
Pero la transparencia funciona en los dos sentidos. Es muy importante que respondas a todas las preguntas clínicas de tu dentista, sin guardarte ninguna información. Para tu tranquilidad, debes saber que en la clínica dental SanCal sigue escrupulosamente la Ley Orgánica de Protección de Datos y la información personal es tratada de forma estrictamente confidencial.
Asertividad
Es muy difícil exagerar la importancia de la inteligencia emocional en una buena relación entre dentista y paciente. Si no estás de acuerdo con tu odontólogo, házselo saber de forma comedida y respetuosa. De lo contrario, puedes acabar realizándote un tratamiento que en el fondo no deseas.
Otro tanto ocurre con los odontólogos: un dentista verdaderamente profesional no crea alarmas ni falsas expectativas en sus pacientes. Trata siempre de ser lo más realista posible, porque en caso de insatisfacción, él es quien tiene que responder.
Esto tampoco quiere decir que se pliegue sin más a los deseos de su paciente, aunque entren en conflicto con lo que él considera mejor para su salud. Un odontólogo profesional siempre intentará hacer valer, con argumentos y razones, su criterio clínico.
Respeto
Así como un dentista debe tratarte siempre como un adulto, valorando tu autonomía y sin caer en condescendencias ni paternalismos, tú debes valorar a tu dentista como el profesional sanitario que es, y dirigirte a tu odontólogo siempre con educación.
No debes olvidar que su único interés es aconsejarte y guiarte en tu salud oral, y puedes discrepar con él, pero siempre sin perder las formas ni hacer alusiones personales.
Motivación
Otro de los elementos decisivos para una buena relación con su dentista es la motivación de ambas partes. Por un lado, que el dentista trabaje en una clínica de calidad donde se sienta valorado y realizado profesionalmente es algo que acaba notándose en el trato con sus pacientes.
Por el otro, que el paciente se comprometa con su salud bucodental y que los consejos y recomendaciones de su odontólogo acaben convirtiéndose en hábitos de salud integrados en su vida.
Esto se consigue gracias a estímulos positivos y no a sermones. La educación bucodental debe basarse en el respeto y tolerancia. Un buen dentista preocupado por sus pacientes no hará comentarios groseros o reprenderá a alguien que, por ejemplo, si no se ha cepillado a diario.
Empatía
Aunque tal vez lo más importante sea la regla de oro de la vida en común: tratar de ponerte siempre en la piel de la otra persona. Un dentista y un paciente pueden ser personas muy distintas en muchos aspectos, y la única forma de que fluya una buena comunicación (y así conseguir la mejor salud oral) es considerar la relación desde el punto de vista del otro.