Clínica Sancal

esmalte

Buenos hábitos

Con cada refresco, tus dientes se hacen más pequeños

Y «cada milímetro que pierden nos hace envejecer diez años» «Es el peor enemigo de nuestra sonrisa: silente, invisible, nos acecha día y noche. No vemos el ataque y, sin embargo, cada mañana al despertar nuestro diente desaparece un poco más”, asegura la odontóloga Sara Sánchez. Es el terrorífico guion de lo que el desgaste dental está haciendo ahora mismo en su boca. El estrés tiene bastante que ver: además de fatiga, dolor de cabeza, molestias gástricas, tensión muscular… provoca bruxismo y cambios en el pH de la boca que, como mal menor, hacen que sus dientes cambien de color. Veamos qué es, cómo prevenirlo y qué tratamientos corrigen sus consecuencias. Las alarmas han saltado. “Que los dientes se desgastaran era hasta ahora un achaque de la edad, pero hoy se ve demasiado frecuentemente en jóvenes. Y hay que frenarlo cuanto antes”, advierte la doctora. “La expectativa de vida crece y tenemos que conseguir una dentición sana, bonita y funcional durante más años”. Nadie está a salvo. Tres de cada cinco adultos padecen este desgaste. Aunque vivan relajadamente o se laven los dientes con fruición: además del estrés, afectan la dieta, el estilo de vida y ciertas intolerancias y trastornos alimenticios. ¿Qué ocurre exactamente? la Dra. Sánchez, experta en implantes de la Clínica dental SanCal y profesora de la Universidad Europea de Madrid, explica que primero se come el esmalte hasta que llega a la dentina, produciendo sensibilidad. “Provoca pérdida de altura de los dientes, en longitud y volumen, haciendo que la sonrisa se retraiga marcando arrugas peribucales (la sintomatología de Popeye) y horizontales sobre el labio superior e inferior. Además de limitaciones funcionales por problemas en la oclusión, la relación entre dientes superiores e inferiores puede derivar en molestias musculares en la cara, cuello y espalda”, añade. Una advertencia más: la dificultad de detectarlo e interceptarlo mediante prevención. “En determinados casos se produce de una manera lenta y puede pasar desapercibida tanto para el paciente como para el dentista. Y cada milímetro de longitud de diente que perdemos nos hace envejecer diez años”. Si Hitchcock levantara la cabeza… «Después de tomar un zumo de naranja hay que esperar al menos 20 minutos antes de lavarse los dientes, para no frotar el ácido contra el diente haciendo que se desgaste aún más” De nuevo, el estrés Cuánto puede afectarle el desgaste dental depende de la estructura genética de su diente, del tipo de agresión y de su capacidad de defensa. “Hasta ahora se creía que, sobre todo, era un ataque físico: el que causa el bruxismo [apretar los dientes de manera involuntaria]. Y en ese cajón se metía todo…”. Ese rechinar nocturno, pesadilla casi más para quien le acompaña en sus desvelos, afecta a un 17% de quienes padecen estrés. “En la clínica lo hemos notado muchísimo, porque de alguna manera gran parte de la población ha sufrido la crisis, lo que ha provocado que los pacientes con problemas de bruxismo hayan aumentado muchísimo. Al apretar los dientes, erosionan y desgastan la dentadura, hasta se llegan a romper piezas”, confirma la Dra. Sánchez, quien detalla: provoca microfisuras y aumenta la porosidad, que favorecen que el esmalte se manche más con vino, té o café, o incluso se fracture. Utilizar una férula de descarga (molde de material flexible y blando que se erosiona en lugar de su esmalte mientras aprieta los dientes) o formar parte de ese privilegiado grupo que duerme a pierna suelta (poco más de la mitad de la población) solo evita uno de los problemas. En el desgaste dental es casi más importante cómo afecta el pH de la boca. Hoy sabemos que, sobre todo, lo originan causas químicas. Internas, por los ácidos del reflujo gastroesofágico, que afecta al 60% en algún momento de su vida, y los que provocan ciertos trastornos de la alimentación o intolerancias alimentarias que cursan vómitos. El estrés, no desayunar lo que debemos, abrir latas de bebida en la oficina sin parar o creernos deportistas de élite; así como seguir a pies juntillas todas las tonterías que dicen las celebridades en Internet (como beber agua con limón, en ayunas o no, o hacer del vinagre de manzana el nuevo elixir antigrasa), son algunas de las causas que llaman externas o medioambientales. “¿Quién no toma un zumo de naranja por la mañana? ¿Y cuántos están limitando los lácteos? Bebidas isotónicas, carbonatadas, colas… Todas ellas contienen ácido cítrico que provoca un descenso en el pH de la boca y acelera el desgaste”, apunta la odontóloga. Bebidas que cambian el pH de su boca Algunos líquidos pueden modificar la acidez de su boca. Correr a por su cepillo de dientes mientras apura las últimas gotas del zumo o su refresco favorito es aún peor: “No sabemos por qué nadie dice que después de tomar una bebida ácida, como el jugo de cítricos del desayuno, hay que esperar al menos 20 minutos antes de lavarse los dientes para no frotar el ácido contra el diente haciendo que se desgaste aún más”. La recomendación para contrarrestar los ácidos es: “Si no podemos evitar las bebidas gaseosas, mejor tomar a la vez alimentos. Y si queremos aromatizar la ensalada con limón, poner unas rodajas impregnadas en aceite”. Las bacterias que viven en nuestra boca también atacan. El desgaste por erosión ácida puede provenir de la gran cantidad de bacterias que viven en su interior. Bien por falta de mantenimiento o hábitos hay veces que las bacterias se descontrolan haciendo que los dientes pierdan hueso sin parar. La medicación es otra de las amenazas: no solo hablamos de las tetraciclinas, que sabemos que tiñen los dientes, sino que tomar más de tres medicamentos al día hace que nuestras glándulas salivales pierdan la capacidad de proteger nuestro esmalte. La importancia de la saliva Cada día se produce una sucesión de agresiones que, si superan los mecanismos de defensa del diente, pueden desencadenar un deterioro precoz que conduzca a la destrucción de la dentición. Empezando por el esmalte, responsable de la dureza, la

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Los 4 tipos de dientes y su función

Los dientes sirven para masticar y cortar la comida haciendo posible una buena digestión. Cada tipo de diente tiene una forma diferente ya que cumple una función particular. Los 4 tipos de dientes son: Incisivos. Los incisivos son los ocho dientes que tenemos en la parte delantera y central de la boca (cuatro en la parte superior y otros cuatro en la inferior). Estos son los dientes que normalmente utilizas para dar bocados a la comida y poder cortarla. Normalmente los incisivos son los primeros dientes en salir, alrededor de los 6 meses de edad en el caso de la dentición de leche, y entre los 6 y los 8 años, junto con el molar de los seis años, en el caso de la dentición definitiva. Caninos. Tus cuatro caninos son el siguiente tipo de diente en desarrollarse. Los conoces vulgarmente como “colmillo” y son los dientes más puntiagudos, al lado de los incisivos, que sirven para desgarrar la comida. Los caninos de leche aparecen generalmente entre los 16 y los 20 meses de edad desarrollándose antes los caninos superiores que los inferiores. En la dentición definitiva el orden se invierte, los inferiores aparecen alrededor de los 9 años y los superiores entre los 11 y los 12 años de edad. Premolares. Los premolares, o bicúspides, sirven para una 1ª fase masticatoria y trituración previa de la comida. Tienes ocho premolares, cuatro en la parte superior y otros cuatro en la parte inferior de la boca. Los primeros premolares aparecen alrededor de los 10 años y los segundos un año después aproximadamente. Molares. Los molares de leche se utilizan también para masticar y triturar la comida. Estos aparecen entre los 12 y los 15 meses de edad. Estos molares son reemplazados por los primeros y segundos premolares definitivos (cuatro arriba y cuatro abajo). Los molares definitivos no reemplazan realmente a ningún diente, crecen detrás de los dientes molares de leche. Los primeros molares se desarrollan alrededor de los 6 años (antes de que los molares de leche se caigan) mientras que los segundos molares aparecen entre los 11 y los 13 años de edad. Cordales o terceros molares. Los terceros molares son conocidos comúnmente como muelas del juicio. Son los últimos dientes en desarrollarse y típicamente no aparecen hasta los 18 o 20 años de edad. Algunas personas ni siquiera los llegan a desarrollar. En caso de desarrollarse suelen causar problemas por falta de espacio en la boca y en la mayoría de los casos es aconsejable su extracción. Los humanos desarrollamos dos tipos de denticiones, la dentición de leche y la permanente. Aunque el momento en que aparecen una y otra es distinto su desarrollo es parecido. Estos son algunos detalles sobre el crecimiento de nuestra dentadura: Los dientes suelen crecer en paralelo, es decir, un molar superior en el lado izquierdo debería aparecer más o menos en el mismo momento que su gemelo en el lado derecho. El desarrollo de los dientes empieza mucho antes de que sean visibles. Por ejemplo, los primeros dientes de un bebé aparecen alrededor de los 6 meses de edad, pero el desarrollo de esos dientes empieza en realidad durante el segundo trimestre de gestación. La corona del diente se forma primero dentro del hueso maxilar, sin embargo las raíces siguen desarrollándose incluso después de que el diente este completamente visible en boca. Alrededor de los 3 años se completa la dentición de leche (20 dientes) y alrededor de los 6 años empieza la sustitución por los dientes definitivos. Entre los 6 y los 12 años se van desarrollando los dientes definitivos. Primero los incisivos y la “muela” de los 6 años. Alrededor de los 12 años el molar de idem. Las muelas del juicio, o terceros molares, aparecen entre los 18 o 20 años (aunque no todos las desarrollamos). La mayoría de los adultos tienen 32 dientes definitivos. Los dientes definitivos son más grandes y tardan más en salir que los dientes de leche. Las partes del diente El diente se divide en dos parte principales: la corona, que es la parte visible y blanca del diente, y la raíz, que es la parte no visible. La raíz se encuentra debajo de la línea de las encías y ancla el diente al hueso del maxilar. Tus dientes están formados por 4 tipos de tejidos, cada uno con su función. Esmalte: Es la parte visible y dura que cubre la corona del diente. Es la sustancia más dura del organismo, permite cortar y triturar los alimentos y protege al diente de las agresiones externas. Dentina: Se encuentra debajo del esmalte, está calcificada y tiene un aspecto similar al hueso. La dentina no es tan dura como el esmalte por lo que el diente tiene mucho más riesgo de deterioro si el esmalte se ha desgastado. Cemento: Este tejido cubre la raíz del diente y le ayuda a anclarse al hueso. Es más blando que el esmalte y que la dentina; la mejor manera de protegerlo es haciendo un buen cuidado de tus encías. El cemento tiene un color amarillento y en condiciones normales está cubierto por las encías, pero si nuestros cuidados dentales no son los adecuados la encía puede enfermar y retraerse, exponiendo el cemento a las bacterias. Lo que conecta el diente al hueso es el Ligamento periodontal Pulpa: La pulpa se encuentra en el corazón del diente y contiene vasos sanguíneos, terminaciones nerviosas y otros tejidos blandos que alimentan al diente y le dotan de sensibilidad. Si tienes alguna necesidad especial o preocupación que quieras comentar con nosotr@s no dude en pedir tu cita.

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