Clínica Sancal

febrero 2018

Cultura y curiosidades

La diabetes y los problemas de salud bucal

La diabetes es una enfermedad crónica que se caracteriza por unos niveles altos de glucemia, es decir, del azúcar en sangre, debida a una producción anormal de insulina o a un mal aprovechamiento de la misma por parte del organismo, o a la combinación de ambas causas. En consecuencia, la glucosa se queda en la sangre, sin llegar a las células que no reciben la energía que precisarían para su funcionamiento normal. La insulina es una hormona que produce el páncreas para controlar los niveles de glucemia en el proceso que convierte los alimentos en energía. La glucosa es la mayor fuente de energía del cuerpo y se obtiene de la descomposición de los alimentos durante la digestión. En este proceso, la glucosa pasa del intestino delgado al torrente sanguíneo, desde donde llega a todas las células. El páncreas produce la insulina para transportar la glucosa por la sangre hasta los músculos, la grasa y las células hepáticas, donde se utiliza como energía. La enfermedad más severa en las encías se llama periodontitis. En esta etapa, las encías comienzan a separarse de los dientes. Se forman bolsas entre los dientes y las encías. Estas se llenan de gérmenes y pus, y se vuelven más profundas. Cuando esto sucede, es posible que necesite cirugía en las encías para salvarle los dientes. Si no se hace nada, la infección destruye el hueso alrededor de los dientes. Es posible que se le comiencen a mover o soltar los dientes. Tal vez se le caigan los dientes o sea necesario extraerlos. ¿Existe una relación entre la diabetes y las enfermedades en las encías? Muchos de los casi 30 millones de estadounidenses que tienen diabetes se sorprenderían de saber que las enfermedades en las encías son una de las complicaciones atribuidas a la diabetes. Los estudios demuestran que las personas con diabetes tienen mayor incidencia de enfermedades en las encías y estas se suman a la lista de otras complicaciones relacionadas con la diabetes, tales como enfermedades cardíacas, derrames y problemas renales. ¿Es un círculo vicioso? Estudios recientes también indican que existe un círculo vicioso entre la diabetes y las enfermedades avanzadas en las encías. Las personas con diabetes no solo son más susceptibles a tener enfermedades avanzadas en las encías, sino que estas pueden afectar el control de la glucosa en la sangre y contribuir al avance de la diabetes. Los estudios indican que las personas con diabetes corren un mayor riesgo de problemas de salud bucal como gingivitis (enfermedad de las encías en su etapa inicial) y periodontitis (enfermedad avanzada de las encías). Las personas con diabetes corren un mayor riesgo de periodontitis porque generalmente son más susceptibles a infecciones bacterianas y tienen menor capacidad de combatir las bacterias que invaden las encías. El Informe sobre la Salud Bucal del Director General de Sanidad afirma que la buena salud bucal es un aspecto integral de la salud en general. Así que asegúrese de cepillarse y usar hilo dental correctamente, y hágase chequeos dentales con regularidad. Si tengo diabetes, ¿tengo mayor riesgo de problemas dentales? Si su nivel de glucosa en la sangre no está bien controlado, tendrá mayor probabilidad de tener una enfermedad avanzada en las encías y perder más dientes que las personas sin diabetes. Como con todas las infecciones, una enfermedad avanzada en las encías puede ser un factor que causa el aumento de la glucosa y dificulta el control de la diabetes. Otros problemas bucales relacionados con la diabetes incluyen candidiasis, una infección causada por un hongo que crece en la boca, y sequedad de la boca, que puede causar dolor, úlceras, infecciones y caries. ¿Cómo puedo prevenir problemas dentales relacionados con la diabetes? En primer lugar, contrólese el nivel de glucosa en la sangre. Luego, cuídese bien los dientes y encías, y hágase chequeos cada seis meses. Para controlar la candidiasis, una infección con hongos, contrólese bien la diabetes, evite fumar y, si usa dentaduras, sáqueselas y límpielas a diario. El buen control de la glucosa también puede ayudar a evitar o aliviar la resequedad en la boca causada por la diabetes. ¿Qué puedo esperar en mi chequeo? ¿Debo decirle al dentista que tengo diabetes? Las personas con diabetes tienen necesidades especiales, y la Dra. Sánchez, su dentista está equipada para satisfacer esas necesidades, con su ayuda. Mantenga informado a la Dra. Sánchez de cualquier cambio en su estado de salud y si está tomando algún medicamento. Posponga cualquier procedimiento dental que no sea de emergencia si no tiene bien controlada la glucosa. Hay muchas formas de colaborar con DiabetesCERO. DONA ESPERANZA A SU FONDO DE INVESTIGACIÓN.

Cultura y curiosidades

Claves para lavarse los dientes: cuánto, cómo y cuándo hacerlo

¿Sabes cómo lavarte los dientes? Si un encuestador te hiciese esta pregunta de golpe mientras caminas tranquilamente por la calle, lo más probable es que respondas un sonoro SÍ sin dudarlo. Llevas haciendo esta tarea desde pequeño —probablemente empezaste con dos o tres años— y no se te pasa por la cabeza que puedas estar haciéndolo mal. Pero lo cierto es que quizás te equivoques. La última Encuesta sobre la Salud Bucodental de los Españoles, realizada en 2010 por el Consejo de Dentistas, recogía que un 12% de los españoles no se cepilla a diario y un 2,3% no lo hace nunca. Quizás estés entre el 85% restante pero no quiere decir que lo estés haciendo totalmente bien. Sin ir más lejos un 30% de los encuestados en 2010 descubrieron que no se lavaban tantas veces al día como deberían. Luego ya están otros asuntos como el tipo de cepillo que debemos usar, la cantidad de pasta que debemos poner y los alimentos que debemos consumir (o evitar) para cuidar la dentadura. ¿Sabes qué se necesita en cada uno de estos casos? Expertos en salud bucodental han respondido a estas preguntas y han aclarado algunas cuestiones relativas a los tiempos, el tipo de dentífrico o el método que debemos emplear. Porque en esto del cepillado es tan importante el cuánto (tiempo invertimos) como el cómo (se hace). Una vez que hayas terminado de leer las recomendaciones, vuelve al principio y responde: ¿Sabes cómo lavarte los dientes? Quizás para entonces la respuesta cambie.   Cuestión de pasta…y de cepillo Para cepillarse los dientes son necesarios dos instrumentos: el cepillo y la pasta. Pero no vale cualquiera, hay que saber elegirlos. «El cepillo debe ser suave o medio en función de las circunstancias de cada persona (nunca recomendamos cepillos duros) y debe estar en buen estado de conservación (habría que renovarlo cada tres meses aproximadamente)», recomienda la doctora Sara Sánchez. Los cepillos demasiado duros deben ser desterrados de nuestro neceser por varias razones. Un cepillo con cerdas demasiado duras puede desgastar el esmalte, que tiene una tonalidad blanca, haciéndolo más fino y provocando que se vea la dentina, que está debajo y cuya tonalidad es más amarilla. Además puede dañar las encías provocando su retracción y quedando expuesta la raíz de la pieza dental, lo que puede generar problemas. Los cepillos eléctricos podrían ser también una opción, pero no LA opción. «Aconsejamos su uso en casos especiales cuando con el cepillado manual no se consigue un adecuado control de placa o en casos de restauraciones múltiples o aparatos de ortodoncia. En esas circunstancias aconsejaríamos un cepillo eléctrico con sensor de presión y cabezales específicos para cada situación», continúa Izquierdo. En cuestión de pasta no sólo importa cuál, también el cuánto. Si nos fiásemos de los anuncios de la tele cada vez que nos lavásemos los dientes llenaríamos en cepillo de una buena dosis de dentífrico. Sin embargo, esto no debería ser así. «Con un guisante sería suficiente», explica la Dra. Sánchez. «La pasta debe tener flúor —cuando hablamos del lavado de una persona adulta— porque ayuda a la remineralización de los dientes y hace que el diente esté más protegido ante posibles ataques de bacterias, la presencia de flúor en la superficie dental reduce la solubilidad del esmalte, dándole mayor dureza y haciéndolo mas resistente a la acción de los ácidos y por ende a la producción de caries dental.   Una pasta fluorada es importante y no lo es tanto una blanqueadora. El efecto que se consigue es menor del esperado, se recomienda su uso para el «mantenimiento después de un tratamiento de blanqueamiento en la consulta».   Dos veces mínimo: la noche, INNEGOCIABLE Lo ideal en higiene bucondental es cepillarse justo después de cada comida pero teniendo en cuenta que los expertos en nutrición recomiendan realizar cinco comidas diarias, esto se antoja bastante imposible. Como mínimo debemos lavarnos los dientes dos veces al día, una después del desayuno y la otra, la más importante, después de la cena. La recomendación es que si sólo se hacen dos cepillados, el segundo debe ser tras el desayuno para que no pasen demasiadas horas sin cepillarse. A partir de más de 10 horas pueden producirse más bacterias en la boca, que son las que producen las caries. Y si el cepillado de la mañana es importante, más lo es el de la noche. Durante el sueño se produce menos saliva, lo que se conoce como xerostomía. La saliva es un componente natural de nuestro organismo que tiene la misión de defender y proteger la boca. Ayuda a proteger de los agentes que pueden atacar el esmalte o provocar enfermedades. Esto se traduciría en una boca menos protegida. Y más si el paciente duerme con la boca abierta o ronca por lo que la placa bacteriana sería más nociva en ese lapso de tiempo. A todo esto se une que al dormir no hay movimiento de la lengua ni de los labios que contribuyen al llamado mecanismo de autolimpieza. Es por ello que el lavado nocturno resulta imprescindible, que se debe hacer a conciencia utilizando hilo dental, para llegar a los espacios a los que no llega el cepillo y donde se estancan las bacterias que darán paso a las caries, y colutorio, que en ningún caso puede sustituir al cepillado.     Barrer y no fregar No hace falta levantarse de la mesa inmediatamente después de comer el último bocado para irse a lavar los dientes, pero tampoco hay que dejar esperar demasiado tiempo para realizar el proceso. Sólo existe una excepción: si la dieta es predominantemente ácida (cítricos, vinagre…), lo ideal sería esperar 30 minutos para lavarnos los dientes y más si la persona sufre hipersensibilidad dentaria. De esta forma se evitaría frotar el ácido contra la dentadura y así evitaríamos repartirlo o por toda la boca e intensificar su efecto nocivo.   La duración del cepillado y el método utilizado son claves fundamentales el éxito del proceso. El tiempo de

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