Clínica Sancal

Nombre del autor:LAURA SANCHEZ CALVO

Buenos hábitos

10 alimentos que te ayudan a mantener los dientes sanos.

Qué gran verdad es esa de que eres lo que comes. Pero, si hablamos de los dientes y concretamente de su salud, habría que variar un poco el dicho por “eres lo que masticas”. Vamos a citar 10 alimentos que, sin saberlo, actúan como aliados nuestros en la lucha contra la placa, la desmineralización y el refuerzo de nuestros dientes. Existen ciertos alimentos de forma natural limpian, dan brillo y nos defienden contra las bacterias que pueden causar daños en nuestros dientes y encías. Como ya señalamos, la mayoría de las personas está convencida de que tener una sonrisa limpia y sana es importante no sólo en el ámbito social sino también en el profesional. Así que hoy nos vamos detener un poco en esos alimentos que tienen ese plus de beneficio para nuestra sonrisa señalando algunos de ellos: La piña puede ayudar en el blanqueamiento. Hay estudios que indican que la bromelina de la piña actúa como un “quitamanchas natural” y también contribuye a luchar contra la placa bacteriana. El jengibre tiene efectos anti-inflamatorios que pueden ser buenos para los tejidos blandos de la boca como las encías y contribuir a disminuir el riesgo de cualquier dolencia de éstas. Las zanahorias contienen vitamina A, la cual se necesita para tener un saludable esmalte dental. Si las consumes crudas estimularás la secreción de saliva que es el limpiador natural de tu boca. De hecho masticar cualquier vegetal crujiente (como el apio, por ejemplo) tiene el potencial de limpiar tus dientes de forma natural -pero hay que seguir con el cepillado, a ver si ahora nos vamos a cambiar los cepillos por un manojo de verduras-. La albahaca es un antibiótico natural que actúa reduciendo las bacterias en la boca. Gracias a varios de sus aceites esenciales y distintos tipos de ácidos inhibe el crecimiento bacteriano en tu boca. El queso es rico en proteínas, calcio y fósforo, todo lo cual ayuda contra la guerra química constante que tiene lugar en tu boca contra los ácidos que producen las bacterias. Además, tanto el calcio como el fósforo contribuyen a remineralizar tus dientes. Las semillas de sésamo también contribuyen a luchar contra la placa dental, lo mismo que masticar nueces, además del calcio que ya de por sí tienen. Las setas shitake tienen un compuesto polisacárido llamado lentinan que a parte de sus propiedades anticancerígenas, también inhibe el crecimiento de bacterias. Las cebollas y el ajo también contienen compuestos sulfurosos que también les sientan fatal a las bacterias que causan caries… siempre que se consuman crudas, ya que cocinadas pierden estas características. El salmón es una buena fuente de calcio y vitamina D, otro nutriente necesario para la salud de huesos y dientes. El brócoli contiene hierro que ayuda a formar una película resistente al ácido en nuestro esmalte. Sin duda son buenos aliados en la salud bucal pero recuerda que el cepillado y el cuidado diario son fundamentales para ella así como las revisiones periódicas con tu dentista de confianza. Para estar tranquilo con tu boca, en Tres Cantos y alrededores visítenos en Sancal donde nuestro equipo integral de especialistas están a tu servicio para todo lo que tú, tu boca y la de los tuyos podáis necesitar.

Cultura y curiosidades

Una razón más para una boca sana: El amor.

Hay una canción clásica de los años sesenta del siglo pasado cuyo estribillo decía algo parecido a: “si quieres saber si te quiere, está en sus besos” de la que luego Cher hizo una versión que también tuvo mucho éxito. Lo que ni una ni otra canción mencionaban en sus versos eran los 80 millones de bacterias que estaban implicadas en cada uno de los besos. Es la primera vez que hablamos del “zoo ambulante” que somos cada uno de nosotros, con miles de millones de microorganismos en nuestro cuerpo. Es lo que se conoce como el microbioma humano y que resulta literalmente vital para multitud de funciones. Las últimas investigaciones han puesto de manifiesto algunos de los factores más importantes para tener un sano microbioma personal y entre ellos figura nuestra genética, la dieta o la edad. Pero nuestro entorno, en el que se incluye las personas con las que interactuamos, también afecta a nuestro propio microbiota (que también se llama). Así, nuestras propias bocas poseen más de 700 tipos de bacterias que, obviamente, se ven influidas por quienes tenemos más cerca, especialmente por nuestras parejas. El equipo de investigación holandés que ha llevado a cabo el estudio dice que los efectos exactos de los besos íntimos en las bacterias de la boca no se habían analizado hasta ahora, por lo que querían saber en qué medida las parejas compartían su microbioma oral. La conclusión no ha podido ser más clara: a más besos, más similares son. Para estudiar más a fondo los efectos se tomaron 21 parejas que rellenaron un test sobre sus “costumbres besadoras”, incluyendo por supuesto la media y frecuencia de los besos más íntimos. Por íntimos, dice Remco Kort, director del estudio, se entendían aquéllos con contacto de lenguas e intercambio de saliva, lo cual según parece, es un comportamiento exclusivo de humanos presente en el 90% de culturas conocidas. Tras tomar una muestra de las bocas de cada persona del estudio y compararla con el test, se confirmó que cuando las parejas se besan íntimamente con frecuencia sus microbiomas salivales se vuelven similares. Nueve o más besos de este tipo al día implica una colección de microoganismos en la boca prácticamente iguales a los de la pareja. Contando bichitos Era necesario saber cuánto “amor” en forma de animalitos se transfería en un beso. Así que una persona de cada pareja tomó una bebida probiótica -de esas tipo yogurt líquido que sube las defensas- y besó a su compañero o compañera (que no lo había hecho) y la cifra fue espectacular: en tan solo 10 segundos de beso apasionado cambiaron de residencia (de boca a boca) 80 millones de bacterias probióticas. No obstante no es una situación constante. Las bacterias de la saliva “de visita” tienen una estancia pasajera en nuestra boca ya que son eliminadas por el continuo flujo de líquido, sin embargo aquellas que se sitúan en la lengua son capaces de colonizar y proliferar en la nueva superficie. ¿Y todo esto a qué viene? Pues viene a que bien sea por amor o por cualquier otra causa, nuestra boca es un sitio húmedo, calentito y abierto a ser visitado por microorganismos de todo tipo que tienen en este ambiente un lugar perfecto para prosperar. Ahora sólo imagina besar a alguien con una higiene dental deficiente. Exacto, tras leer esto sabrás que no sólo va a transmitirte “buenos sentimientos” con ese beso. Añade a eso una pequeña lesión que tengas en la boca y…¡bingo! infección al canto. En SanCal estamos para asesorarte en todo lo que necesites sobre tu salud bucodental y nos tienes en tres Cantos a tu disposición para todo tipo de consultas. https://clinicasancal.es/#cita

Deporte y salud

Deporte y salud bucal: mejora tus marcas.

Los dentistas están de acuerdo en afirmar que los atletas con una buena salud bucodental tienen mayores posibilidades de obtener mejores resultados y mejorar tanto en su marcas como en su rendimiento deportivo general. El año pasado se celebró en Londres una conferencia en la que se abordó este interesante tema. Por lo visto, el que uno sea un atleta de élite no siempre supone llevar ese elitismo a todas las facetas de su físico y para ello se basaron en datos recogidos de los Juegos Olímpicos del 2012. En aquella cita, una quinta parte de los atletas encuestados admitieron que su salud oral en algún momento había perjudicado sus entrenamientos y marcas. Pero lo que reflejó la encuesta es que los atletas, como grupo, tienen una salud dental peor que otras personas de edad similar. Razones que incrementan el riesgo Las razones según los estudiosos del tema pueden venir, entre otros factores, del tipo de dieta a que se ven sometidos. La ingesta de grandes cantidades de carbohidratos de forma constante, incluyendo bebidas energéticas azucaradas, someten a los dientes a un riesgo continuo mayor que la media de la población. Además el estrés al que se ve sometido el sistema inmune debido al entrenamiento intenso puede incrementar las posibilidades de una enfermedad bucal. Por otra parte, el hecho de que constantemente se fije la atención en la preparación de otros aspectos físicos más importantes para el deportista hace que la salud de su boca pase a ser considerado algo secundario, sin tenerlo en especial cuenta para lo que realmente considera su objetivo. Estas conclusiones se sacaron del estudio llevado a cabo durante los Juegos Olímpicos en el que una clínica dental situada en el complejo proporcionaba revisiones gratuitas y protectores bucales. De los 302 atletas examinados provenientes de 25 deportes, el 55% tenía problemas de caries, el 45% de erosión dental y el 76% de problemas en las encías. Y es que las afecciones orales pueden tener más implicaciones de las que en un momento podemos llegar a pensar, en la conferencia londinense los dentistas asistentes afirmaron que el dolor de dientes podía hacer perder el ciclo de sueño. Efectivamente sabemos que no hace falta ser dentista para afirmar tal cosa pero si hablamos de deportistas, el tiempo de recuperación es tan fundamental como el propio entrenamiento o la alimentación, si uno de esos tres puntales flaquea, el rendimiento general también. La salud bucodental deficiente no sólo implica mal aliento o eventuales noches en vela por dolores perfectamente evitables, sino que ya existen pruebas que la relacionan al menos a dos tipos de diabetes y a problemas cardíacos, por no hablar de otro tipo de enfermedades como cáncer o alzheimer que ya comentamos. Pero seamos justos, a ver si ahora va a parecer que por cepillarnos dos veces al día al menos durante dos minutos, usar colutorio y seda dental, de poder correr por el barrio o el parque vamos a poder ir directamente a las Olimpiadas, obviamente no. Lo que sí es cierto es que un deportista (profesional o amateur) que se toma en serio su actividad, debe tener muy en cuenta la salud de su boca si quiere mejorar o no perjudicar todo el esfuerzo realizado. La reluciente sonrisa de los que ganan el oro no sólo es motivada para salir bien en las fotos, sino que es un aspecto más de lo que implica ser la élite de su disciplina. Si practicas un deporte en Tres Cantos, no dudes en venir a visitarnos a sanCal y ¿quién sabe? igual tu próxima victoria estará un poco más cerca ;).

Buenos hábitos

3 Motivos para cepillar tus dientes que no están en tu boca.

No tienes que tener ningún título en odontología para saber que un cuidado deficiente de la higiene de tu boca, lo más probable, es que acabe en caries. Sin embargo, si has tenido algún tipo de formación en prevención e higiene dental, puede que además sepas que no echar la cuenta adecuada a tus dientes puede acarrear serios problemas de salud en todo tu cuerpo. Recientes estudios han relacionado la deficiente higiene dental con enfermedades bastante comunes y graves como el Alzheimer, cáncer de páncreas e incluso algunas relacionadas con el corazón. Aquí tienes sólo algunas formas de mantener estos males alejados o al menos, que el padecerlos no tenga nada que ver con tus dientes. Cepillado para el cerebro En 2013, investigaciones de la Universidad de Lancashire comenzaron a comparar muestras de tejido cerebral de pacientes con Alzheimer con muestras de gente sana. Tras analizar dichos tejidos, llegaron a una conclusión bastante llamativa: una bacteria asociada con la piorrea (porphyromonas gingivalis) fue encontrada sólo en personas con Alzheimer. Una vez que estas bacterias alcanzan el cerebro a través de la boca, pueden causar daños neurológicos específicamente relacionados con la memoria. Ya otros estudios habían demostrado que era nueve veces más probable que las personas que sufrían problemas en las encías, obtuvieran una puntuación más baja en tests cognitivos que otras con las encías sanas. Cepillado para el corazón La relación entre la higiene dental y las enfermedades cardíacas es otra de las facetas que hay que tener en consideración. La Universidad de Bristol y el Royal College de Cirujanos de Dublín, descubrieron que las bacterias de la boca podían fácilmente entrar en el torrente sanguíneo y, una vez allí, podían pegarse a las plaquetas y formar coágulos. Dos de estas bacterias son las más propensas a realizar este “peligroso” viaje: la streptococcus gordonii y la streptococcus sanguinis, pudiendo estar implicadas, eventualmente, en infartos de miocardio (ataque al corazón) Cepillado para el páncreas La periodontitis o piorrea afecta al tejido de las encías que rodea y da soporte a los dientes y puede ser también responsable de pérdida de hueso en la base de los mismos. Este tipo de inflamación puede ser también una causa de aceleración del cáncer de páncreas. Un estudio de la Escuela de Salud Pública de Harvard reveló un aumento de riesgo de este tipo de enfermedad en un 64% en varones con un historial de dolencias gingivales. Aunque no hay evidencia de que las bacterias de la periodontitis específicamente causen cáncer ni de páncreas ni de nada, no hay duda de que ambos datos tienen algún tipo de relación. A pesar de que las implicaciones de la salud dental con la general de todo el organismo está aún en estudio, hay pocas dudas de que ambas están muy relacionadas  en muchas facetas y no sólo en los tres ejemplos que hemos puesto aquí. De todos modos, sin duda es mejor prevenir que curar, y si ya había motivos más que suficientes para recomendar que cuidemos de la higiene de nuestros dientes de forma adecuada, las investigaciones no hacen sino confirmar la bondad de semejantes hábitos que incluyen el cepillado, obviamente, pero también el uso de hilo dental y enjuagues bucales. Así como la alimentación adecuada rica en frutas, queso y verduras. En SanCal estamos a tu disposición para ofrecerte toda la información que necesites sobre tu higiene y la de tu familia. Te esperamos en nuestra clínica en Tres Cantos. No dudes en concertar una cita.

Sin categoría

Incrustaciones más allá de los empastes

Tras una endodoncia o sanear una caries, las incrustaciones dentales son una de las mejores opciones para rellenar la cavidad resultante tras haber dejado el diente libre de infección y volver a tener estéticamente el mismo aspecto que en su día tuvo. Cuando existe aún diente original y no es necesaria la colocación de una corona, es necesario rellenar el espacio. Dependiendo del material que usemos podemos hablar de empastes o incrustaciones. Diferencias entre empastes e incrustaciones dentales Lo primero que debemos dejar claro por tanto es la diferencia entre un empaste de toda la vida y una incrustación.  La diferencia como hemos dicho reside en los materiales, el tiempo requerido para fijarse al diente, la durabilidad y el coste. Por poner un ejemplo, una vez que una caries es eliminada, el dentista puede rellenar el espacio con algún material de empaste normalmente con resinas o amalgamas o con una incrustación dental realizada con porcelana, oro o composites especialmente endurecidos. Las incrustaciones bien hechas pueden durar décadas mientras que los empastes, especialmente esos grandes que a veces se encuentran en los molares posteriores tienen una vida media de 5 a 10 años. Obviamente el coste también es diferente entre un empaste clásico y una incrustación en porcelana, siendo esta última un poco más elevada. Pero no solo eso, también el tiempo del tratamiento difiere. Una incrustación requiere varias sesiones mientras que una caries con su empaste se despacha en media hora más o menos. Si son más caras y requieren más tiempo ¿realmente merecen la pena? Obviamente cada paciente tiene sus propias necesidades, en general podemos señalar que las incrustaciones dentales gozan  de bastantes ventajas respecto a los empastes comenzando por la estética dental que se logra, la mejor adaptación a la superficie del diente (adaptación marginal), se pule mejor, se tiene menos sensibilidad postoperatoria, etc. ¿Sólo hay incrustaciones de porcelana? No, también pueden realizarse en metal, pero sin duda la porcelana por su estética y características semejantes a los dientes naturales son la mejor opción. Por otra parte recuerda que los metales con el calor y el frío se expanden y contraen con lo que tampoco es algo que beneficie a tus dientes. De todos modos hay que reconocer que en cuanto a resistencia y coste económico el metal es superior, pero aún así la porcelana sigue siendo la opción más popular en las incrustaciones ya que sus ventajas superan a la menor durabilidad y precio. ¿Todas las incrustaciones son iguales? No. Existen diferentes tipos de incrustaciones dentales. Sin querer convertir este post en una clase de odontología simplemente las citaremos: inlay, onlay y overlay. Básicamente difieren en la cantidad de material requerido y la superficie del diente cubierta con él. Las más populares son las dos primeras: inlay y onlay. Pero como una imagen vale más que 1.000 palabras y ya llevamos unas cuantas, aquí puedes ver claramente en que se diferencian los tres tipos de incrustaciones. El tipo de incrustación que requiera tu caso concreto deberá ser determinado por tu dentista de confianza al que puedes (y debes) preguntar todas las cuestiones que te surjan respecto a por qué este material y no otro, por qué este sistema y no otro, por qué esta tapicería de consulta y no otra (bueno, esta última no …) en fin, que estamos para ayudar, aclarar y que te sientas bien y sonrías, porque es a lo que nos dedicamos.

Cultura y curiosidades

Curiosidades: el ratoncito Pérez

Los dientes temporarios, también llamados de leche por su color notablemente más blanco que los dientes permanentes, llevan consigo una interesante historia unida a la vida cotidiana a través de los años. La tradición de intercambiar dinero por los dientes de leche caídos tiene posiblemente su origen en una antigua superstición vikinga, que suponía que poseer una parte del cuerpo de un niño aportaba poder y suerte en las batallas. Los vikingos acostumbraban comprar los dientes de leche caídos para utilizarlos como amuletos, engarzándolos en sus collares. Según algunos historiadores, durante la edad media a los niños se les hacía tirar sus dientes caídos al fuego, para evitar con ello tener que volver a buscarlos después de la muerte. También se ha recogido la tradición de enterrar los dientes de leche para evitar que las brujas los encuentren, ya que si ellas se apoderaban de uno y lo tiraban al fuego, obtendrían poder sobre el alma de su dueño. Es posible que los padres, para asegurarse de evitar la supuesta posesión del demonio, quemasen ellos mismos los dientes de sus hijos y a cambio les obsequiasen con dinero, como los vikingos, o algún otro pequeño objeto que el niño desease. En ciertas regiones de Suecia y Grecia era tradición evitar que los dientes caigan en poder de animales con los que no se desearía tener semejanzas dentales y en algunos lugares de Portugal y Chile los niños deben lanzar sus dientes sobre el tejado, diciendo al mismo tiempo una rima que pide un nuevo diente sano y fuerte. En Salamanca fue costumbre dejar los dientes en puertas, ventanas o en las rendijas de las maderas del desván, para evitar los hechizos y las brujerías, mientras que en Galicia, se contaba a los niños que por el espacio que dejó el diente perdido se les escapaban las mentiras, tratando de evitar así que mientan. En algunas zonas del País Vasco se acostumbraba machacar el diente, con la idea de evitar que el diente permanente saliera en mala posición. Esta tarea la debía llevar a cabo una mujer de la familia cercana al niño. En Cataluña como sabemos, es tradicional que los angelitos recojan los dientes y dejen a cambio una pequeña recompensa. En las primitivas sociedades agrarias europeas era habitual que las madres ofreciesen a los ratones que crecían entre el grano los dientes de leche de sus hijos. De esta manera buscaban unir la fertilidad de sus campos con el crecimiento de unos niños fuertes y sanos, o sea aplicar los viejos ritos y creencias asociados a la madurez y los ciclos de la naturaleza. En 1894 un sacerdote jesuita llamado Luis Coloma, consejero de la casa real española y también autor de cuentos, escribe una pequeña historia para el niño Rey Alfonso XIII, a petición del rey Alfonso XII y la reina María Cristina. El objetivo era explicarle al niño de 8 años qué pasaría con su diente, que estaba a punto de caer. Probablemente el sacerdote tomó como base las tradiciones agrarias para llevar a cabo el encargo. Los protagonistas del cuento eran un rey niño llamado Buby (así llamaba cariñosamente la reina a su hijo) y un ratón de apellido Pérez, que vivía con su familia en una gran caja de galletas en los sótanos de la confitería de Carlos Prats, famosa por entonces, en la calle Arenal 8, de Madrid. Al perder su primer diente de leche el rey Buby lo dejó debajo de la almohada, siguiendo el consejo de su madre, para que lo recogiera el Ratoncito Pérez. Esperó despierto tanto como pudo, con la ilusión de conocer al menudo personaje, pero al pasar las horas el sueño le venció y se escurrió entre las sábanas apoyando la cabeza sobre la almohada que escondía su tesoro. De pronto se despertó por un roce suave en la mejilla. Era la cola de un pequeño ratoncito que llevaba un sombrero de paja, gafas de oro, zapatos de lienzo crudo y una cartera roja: el Ratoncito Pérez. El niño le pidió que le permitiera ser su compañero de recorrido y el ratón accedió. Tocó con su cola al pequeño y lo transformó así en ratón por un rato, para que lo pudiera acompañar. Durante el viaje que hicieron juntos Buby descubrió que fuera de palacio había un mundo totalmente diferente al que él estaba acostumbrado a disfrutar. Conoció a muchos niños pobres y aprendió valores como la valentía y la generosidad. Ya de regreso en el palacio, Buby volvió a transformarse en niño. El Padre Coloma quiso sembrar así en el pequeño Alfonso la idea de que todos los hombres somos hermanos, tanto ricos como pobres. El cuento del Ratoncito Pérez, prácticamente desconocido como tal en España, no se publica desde 1947, pero curiosamente se reedita cada año en Japón. La tradición es común en países muy diferentes como Nueva Guinea, Ucrania, Alemania, Colombia, Uruguay, Argentina… Ha viajado a Francia, dónde el personaje es llamado simplemente Ratoncito (la petite souris) y a Italia, donde se le conoce como Topolino. Evidentemente en los países hispanohablantes mantiene la denominación española, aunque al ser adoptado en México, algunos comienzan a llamarle ahora Ratón Zapata, dentro de la corriente de valoración de tradiciones nacionales. Este cuento forma parte del patrimonio cultural español, el manuscrito original se guarda hoy en una cámara de seguridad de la Real Biblioteca de Palacio en Madrid. Desde el 5 de enero de 2003, en la calle Arenal número 8 de Madrid, por supuesto, hay una placa conmemorativa que dice: “Aquí vivía en una caja de galletas, Ratón Pérez, según el cuento que el padre Coloma escribió para el niño Rey Alfonso XIII”. En los países de habla inglesa (Inglaterra, EEUU, Australia) el papel de recoger los dientes perdidos se encargó al «Hada de los dientes» (Tooth Fairy). Las hadas formaban parte de la cultura céltica, anterior a la era cristiana. A lo largo de los años la tradición del Hada de los dientes se arraiga en la cultura

Cultura y curiosidades

Los dientes en el arte

La sociedad moderna está convencida de los beneficios de tener unos dientes sanos y bonitos, y son cada día más los que buscan conscientemente, renovar y enseñar públicamente esa blancura que fueron perdiendo con el tiempo y sus hábitos de vida, pero ¿qué hace a los dientes blancos tan atractivos?, ¿siempre ha sido así? Realmente la blancura y belleza de unos dientes perfectos es un estándar de nuestra sociedad actual. Si nos fijamos en el arte clásico los dientes no aparecen como una de las claves que marcaban belleza alguna. ¿Nunca te has dado cuenta de eso? Fíjate en el Renacimiento, por ejemplo, ¿cuántas bocas abiertas mostrando dientes puedes ver? realmente pocas y si ves alguna siempre aparecen o bien entre abiertas o directamente como cuevas negras como simbolismo de algo no precisamente positivo. En El Jardín de Las Delicias (El Bosco), podemos ver a un montón de gente pasándolo pipa… pero sin mostrar un diente. La sonrisa abierta y franca no ha sido algo que se pudiera ver fácilmente. Desde un punto de vista totalmente artístico, sin más implicaciones, una de las mujeres más reproducidas en el arte, la Virgen María, no ha enseñado en la historia del arte nunca un diente, pasara lo que le pasara, y mira que le pasaron cosas…   Obviamente una de las razones es que la belleza estaba entonces en otros lugares: se buscaba el pelo dorado, los ojos oscuros, la tez blanca y labios encarnados. Los dientes… bueno, mejor no abrir la boca por miedo a ver qué descubríamos.     Pero fuera del arte religioso, el no mostrar los dientes como un signo de belleza más, era la norma. Cuando se pintaba una Venus, como paradigma de la sensualidad, casi siempre podías ver todo (y todo es todo) menos los dientes. La maja desnuda (Francisco de Goya y Lucientes), muy mona ella, pero… a saber cómo tendría sus dientes… Y es que era lógico, caries, mal aliento, dientes negros, torcidos o directamente inexistentes eran lo normal en esa época. Aunque, no nos engañemos, recetas para preservar y blanquear los dientes ya existían y contenían elementos que hoy en día reconocemos como válidos -unos más que otros- para nuestra higiene bucal (hinojo, apio, menta, frotamientos con sal y salvia, enjuagues con alcohol… ), pero también había otras “recetas”, como las de Nostradamus, que todo lo que podían “predecir” es un seguro desastre dental ya que su “pasta blanqueante” utilizaba cosas como cristal pulverizado, mármol, perlas machacadas, piedras de río, etc. Si en el siglo XVIII podemos fijar el primer cepillo de dientes, aún no veremos ningún cuadro barroco, rococó o romántico en el que una persona formal, de la nobleza o a la que se le supongan elevados atributos sociales o morales se ría mostrando sus dientes sin pudor. Todo lo que vemos son, como mucho, sonrisas insinuadas o tímidas y, si vemos dientes, lo hacemos siempre en cuadros de borrachos, de gente fea, como sinónimo de decrepitud o de vidas poco recomendables. Entonces ¿cuándo llegó la moda de mostrar los dientes blancos y perfectos como sinónimo de belleza? No vamos a hacer un estudio antropológico, pero podemos decir que fueron muchos factores los que incidieron en ello y hay que reconocer que la influencia de Estados Unidos en la cultura occidental en la primera mitad del siglo XX tuvo buena parte de culpa. La influencia que la cultura estadounidense logró imponer con sus actores y actrices, su cine en technicolor, el american way of life de los años 50, las rutinas de higiene dental que los soldados adquirieron tras la segunda guerra mundial, la publicidad, el arte pop… junto a una explosión de la ciencia dental técnica y práctica en procedimientos dentales estéticos como en ortodoncia, prótesis, quirúrgicos, etc., hicieron que a día de hoy, lo que en el pasado era mejor ocultar, hoy sea motivo de belleza y, por qué no, de lucimiento con orgullo.  

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