Hay una canción clásica de los años sesenta del siglo pasado cuyo estribillo decía algo parecido a: “si quieres saber si te quiere, está en sus besos” de la que luego Cher hizo una versión que también tuvo mucho éxito. Lo que ni una ni otra canción mencionaban en sus versos eran los 80 millones de bacterias que estaban implicadas en cada uno de los besos.
Es la primera vez que hablamos del “zoo ambulante” que somos cada uno de nosotros, con miles de millones de microorganismos en nuestro cuerpo. Es lo que se conoce como el microbioma humano y que resulta literalmente vital para multitud de funciones.
Las últimas investigaciones han puesto de manifiesto algunos de los factores más importantes para tener un sano microbioma personal y entre ellos figura nuestra genética, la dieta o la edad.
Pero nuestro entorno, en el que se incluye las personas con las que interactuamos, también afecta a nuestro propio microbiota (que también se llama). Así, nuestras propias bocas poseen más de 700 tipos de bacterias que, obviamente, se ven influidas por quienes tenemos más cerca, especialmente por nuestras parejas.
El equipo de investigación holandés que ha llevado a cabo el estudio dice que los efectos exactos de los besos íntimos en las bacterias de la boca no se habían analizado hasta ahora, por lo que querían saber en qué medida las parejas compartían su microbioma oral. La conclusión no ha podido ser más clara: a más besos, más similares son.
Para estudiar más a fondo los efectos se tomaron 21 parejas que rellenaron un test sobre sus “costumbres besadoras”, incluyendo por supuesto la media y frecuencia de los besos más íntimos.
Por íntimos, dice Remco Kort, director del estudio, se entendían aquéllos con contacto de lenguas e intercambio de saliva, lo cual según parece, es un comportamiento exclusivo de humanos presente en el 90% de culturas conocidas.
Tras tomar una muestra de las bocas de cada persona del estudio y compararla con el test, se confirmó que cuando las parejas se besan íntimamente con frecuencia sus microbiomas salivales se vuelven similares. Nueve o más besos de este tipo al día implica una colección de microoganismos en la boca prácticamente iguales a los de la pareja.
Contando bichitos
Era necesario saber cuánto “amor” en forma de animalitos se transfería en un beso. Así que una persona de cada pareja tomó una bebida probiótica -de esas tipo yogurt líquido que sube las defensas- y besó a su compañero o compañera (que no lo había hecho) y la cifra fue espectacular: en tan solo 10 segundos de beso apasionado cambiaron de residencia (de boca a boca) 80 millones de bacterias probióticas.
No obstante no es una situación constante. Las bacterias de la saliva “de visita” tienen una estancia pasajera en nuestra boca ya que son eliminadas por el continuo flujo de líquido, sin embargo aquellas que se sitúan en la lengua son capaces de colonizar y proliferar en la nueva superficie.
¿Y todo esto a qué viene?
Pues viene a que bien sea por amor o por cualquier otra causa, nuestra boca es un sitio húmedo, calentito y abierto a ser visitado por microorganismos de todo tipo que tienen en este ambiente un lugar perfecto para prosperar.
Ahora sólo imagina besar a alguien con una higiene dental deficiente. Exacto, tras leer esto sabrás que no sólo va a transmitirte “buenos sentimientos” con ese beso. Añade a eso una pequeña lesión que tengas en la boca y…¡bingo! infección al canto.
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